Rubén Martínez Acuña (A Coruña, 1982) hizo ayer historia al convertirse en el primer entrenador gallego en debutar en la Champions League de voleibol femenino. Lo hizo con su equipo, el Jamper Aguere Tenerife, y ante el potente y virtual favorito, el Eczacibaçi Estambul. El resultado no fue bueno -las isleñas perdieron 3-0 y se quedan casi sin opciones de superar la primera ronda-, pero el coruñés ha pasado con nota su primera prueba de fuego: "Quiero hacerle ver al club que en cualquier momento pueden contar conmigo para lo que sea y estoy a la altura de las circunstancias".

Lo suyo fue un golpe de suerte, pero buscada. Incluso en su llegada a la plantilla tuvo mucho que ver el azar. En 2009, a los pocos meses de haberse trasladado a Canarias, el Aguere se quedó sin segundo entrenador. "Fue un cúmulo de circunstancias a favor. Ellos sabían que yo andaba por allí, charlamos, estuvimos reunidos y llegamos a un acuerdo", explica Rubén. A partir de ese momento, quedó vinculado al equipo tinerfeño ejerciendo las labores de ayudante del técnico Ambrosio González y de preparador físico. Además, como se suele decir, fue llegar y besar el santo, porque esa misma temporada el Aguere se proclamó campeón de la liga por primera vez en su historia y ésta está cerca de revalidar el título, ya que marcha segundo a cinco puntos del primero, el Menorca.

Esta campaña, la suerte vuelve a sonreírle. Problemas del primer entrenador para viajar le han dado la posibilidad de hacer historia. "Quién me lo iba a decir a mí", reconoce el herculino, criado deportivamente en el Marineda, donde ejerció como entrenador junto a Charly Suárez, actual técnico del Calasancias. "Me ha tocado coger a mí la batuta y lo he hecho con mucha alegría e ilusión. Hay que aprovechar estas oportunidades, porque en este deporte, en el que somos pocos, es difícil asomar la cabecita y una vez que estás dentro, hay que intentar no bajarse del tren y seguir trabajando, nunca se sabe cuándo y dónde te va a llegar el momento, como a mí esta semana", añade.

Rubén atribuye parte de sus éxitos a la suerte. Sin embargo, Charly Suárez cree que "es un premio más que merecido". Ambos decidieron iniciar una nueva etapa en sus carreras deportivas hace dos temporadas marchándose del Marineda. El primero recaló en Canarias, mientras que el segundo fue a parar al Ribeira Sacra. "Fichamos los dos la misma semana", recuerda el entrenador del Calasancias, que regresó a A Coruña por los problemas económicos del club monfortino. "Era inviable, de ocho meses, cobré tres y medio". No obstante, se alegra mucho por su amigo. "Apostó 100% por el equipo y como preparador físico es de lo mejor que hay. Es joven y tiene técnicas novedosas que al principio no gustaron, pero después se demostró que tenía razón. La plantilla del Aguere es muy corta y consiguió que pasaran todo el año sin ninguna lesión y con un nivel físico muy alto", explica.

También Rubén está muy atento a la evolución del Calasancias. "Tengo muy buena relación con Charly, estudiamos juntos, estuve trabajando un montón de años con él en el Marineda y hablo una vez por semana con él", comenta. "Están sufriendo, sobre todo porque el tema de las subvenciones ha dejado al equipo un poco tocado. La crisis está haciendo mucho daño al deporte, que es el último de la lista. Se ha apostado por una plantilla local y dentro de lo que cabe no lo está haciendo mal. Confío en Charly, que es un currante".

Asimismo, sigue el nivel del voleibol autonómico: "Galicia tiene un equipo en la máxima competición tanto en masculino como en femenino, pero habría que apostar un poco más por el deporte de base, sería lo fundamental para salvar al voleibol español y no depender tanto de los extranjeros".