Otra vez semifinales y otra vez el Barcelona. El Liceo se volvió a encontrar con su muro particular en las cuatro ediciones anteriores de la Copa del Rey y con su bestia negra de las últimas temporadas. Los azulgranas fueron superiores en todo momento y en todos los aspectos. Pero se esperaba mucho más del conjunto entrenado por Carlos Gil. Cierto que se encontró con la mejor versión del Barcelona de toda la temporada, con un control absoluto del juego, definitorio en el ataque e inquebrantable en defensa. Pero quizás estuvo demasiado a merced de los azulgranas y no llegó a hacerles ni cosquillas. El gigante Egurrola fue más grande que nunca y atajó una ocasión tras otra del Liceo, que ni siquiera tuvo suerte en las jugadas a bola parada, ya que falló hasta tres faltas directas mientras que el Barça hizo buenos los dos penaltis que los árbitros les señalaron a favor.

El partido se abrió con muchas imprecisiones por parte de los verdiblancos, fruto quizás de los nervios. Varias pérdidas a mitad de cancha hicieron temer lo peor, pero Malián respondió muy bien en todas ellas. Pero nada pudo hacer con el jugadón del primer tanto barcelonés. Panadero, que ya contra el Vilanova en cuartos había abierto el marcador, cocinó un gol con un lanzamiento mientras se caía y que se coló por la escuadra liceísta. El Liceo se quedó muy tocado y el Barça jugaba a placer y no tardaría en llegar el segundo. Reinaldo García se fue de todos los defensas para pasársela a Borregán, que definió bien, aunque aún mejor lo haría el capitán en el tercero, que llegó de penalti tras un gran lanzamiento del considerado mejor jugador de hockey sobre patines del mundo.

Al descanso (3-0), pocas opciones le quedaban ya al Liceo, aunque aumentaron cuando los árbitros mostraron cartulina azul a Borregán. Sin embargo, Pablo Álvarez falló la falta directa y tampoco pudieron los herculinos aprovechar los dos minutos con superioridad numérica ni la falta directa de la que dispuso instantes más tarde Barreiros. Los que sí no perdonaron fueron los catalanes, que aunque fallaron una falta directa, no lo hicieron con el penalti que tiró Marc Torra y que hizo el 4-0.

Josep Lamas recortó distancias tras una jugada de Jordi Bargalló y el equipo coruñés tomó aire. Por primera vez se vio a un equipo que sí que podía poner en aprietos al Barcelona. Y estuvieron muy cerca de conseguirlo tanto el nueve como el tres liceístas, los dos jugadores más activos ayer. Pero Egurrola respondió con suficiencia. Entraron entonces los verdiblancos en los últimos diez minutos del partido y había que jugársela a todo o nada para, por lo menos, recortar distancias en el marcador y que los azulgranas se pusieran nerviosos. Con más corazón que cabeza se lanzaron al ataque y estuvieron muy agresivos en defensa, intentando robar en el centro del campo y salir al contragolpe sin importarle cargarse de faltas -cumplió tres ciclos (20)-, ya que Malián se mostró imbatible a tiros desde los 7,40 metros. Pero un nuevo fallo de falta directa, esta vez de Josep Lamas, dejaba casi las opciones a cero. La impotencia hizo que el coruñés viera cartulina azul por protestar y mientras el partido moría y cada vez estaba más claro que sería el Barcelona el que, con todo derecho, dispute hoy la final del torneo.