Agosto se coló en 1 de octubre en A Coruña, el día que el Dépor volvió a disputar un encuentro a las 16.00 horas. El calor sofocante no impidió, sin embargo, que los aficionados blanquiazules volvieran a acudir a la cita junto a su equipo. Muchos de ellos, aún con la toalla de la playa, cambiaban el bañador por la elástica del Deportivo. Pequeños embotellamientos en las inmediaciones de Riazor hicieron que el feudo coruñés tardase en llenarse y, ya con el pitido inicial, siguieron sumándose espectadores hasta completar los 25.000, récord de esta temporada.

Los seguidores apuraban los minutos para aprovisionarse de víveres, sobre todo agua, en una tarde calurosa como pocas se recordaban del verano ya extinto. Colas en los supermercados y en los bares, bocadillos llenando las mochilas y todo el equipo necesario para poder disfrutar de un día de fútbol y no morir deshidratado ni desfallecer por un golpe de calor.

La peregrinación comenzaba a notarse en los jardines de Méndez Nuñez, crecía en la Plaza de Pontevedra y se volvía marea llegando a la playa. Los feligreses deportivistas sabían que tras el varapalo en Alcorcón el conjunto blanquiazul los necesitaba más que nunca y volvieron a responder, como siempre.

De camino al estadio se sucedían las tertulias, que versaban prácticamente todas sobre la actualidad del conjunto que dirige, aún desde la grada, José Luis Oltra. Se hablaba sobre el último resultado en Alcorcón, sobre el rendimiento del equipo, las dudas que se habían generado... Era un día de sombrilla y tumbona, pero los coruñeses se decantaron por las gradas y el fútbol. La parroquia blanquiazul escapa a todos los clichés y tópicos y de nuevo demostró que avanza a zancadas por el camino hacia el ascenso a Primera División.

En los aledaños del estadio bullía la actividad, mientras que el interior de Riazor se seguía llenando. Muchos de los aficionados aún se estaban colocando en sus asientos cuando sorprendió a todos el tempranero tanto de Guardado, muy afortunado de cara a puerta. Fue el primer gol de la tarde de improvisado verano coruñés y el primero de los tantos de la redención.

La fiesta se sucedió a medida que los goles fueron subiendo al marcador y, por una vez en lo que va de temporada, los aficionados vivieron un encuentro plácido y sin sustos cerca del área de Aranzubia. Como en las mejores noches se volvieron a corear los nombres de los héroes del encuentro, el recurrido, por méritos propios, Valerón y Álex Bergantiños, autor de dos de los tantos de la victoria. A falta de playa, las olas se sucedieron en Riazor, primero tímidamente para después convertirse en marejada.

La afición merecía un premio tras el varapalo de Alcorcón, los jugadores lo sabían, conocían esa responsabilidad, como apuntaba en la previa del duelo Jesús Vázquez, y la asumieron. Mientras los seguidores ponían la banda sonora y el colorido a un día de verano que se coló en octubre, el Dépor se quitó, por fin, el peso de encima.