Si cuando Uruguay arrebató el título a Brasil en el Mundial 1950 se acuñó el término maracanazo, lo que hizo ayer España podría pasar a denominarse sanjuanazo. La selección de hockey sobre patines se impuso a Argentina en la final del Mundial disputado en San Juan, la auténtica cuna de este deporte. Aunque tampoco era la primera vez, porque en las cuatro ocasiones que la cita se ha celebrado en la ciudad sudamericana, España suma tres títulos, por sólo uno de Argentina en 1978. La pasión sanjuanina por el hockey es tan intensa que los jugadores españoles se encontraron con 12.000 personas en pie coreando e impulsando a los suyos. Sin embargo, los albicelestes se dieron de bruces con un equipo sólido, sin grietas, dirigido con mano de hierro por el liceísta Jordi Bargalló y que sólo se vio sorprendido en los minutos finales, cuando los locales, con algún regalo arbitral, se metieron en el choque tras un rechace de una falta directa y un penalti. El tiempo, sin embargo, ya no dio para más y España, merecidamente, consiguió su cuarto entorchado consecutivo, el decimoquinto de su historia para igualar a Portugal al frente de la tabla de títulos.

La final cogió color muy pronto. En ocho minutos ya estaba prácticamente encarrilada después de dos buenas combinaciones, iniciadas en el stick del capitán verdiblanco y finalizada la primera por Mia Ordeig y la segunda, por Marc Torra. Argentina estaba totalmente desbordada por el juego español hasta que un veterano como David Páez, que regresará este año a la liga de su país tras abandonar la disciplina del Barcelona, dio esperanza al Aldo Cantoni. Pero llegó el momento de Bargalló. El liceísta llevaba un campeonato impecable y también quiso dejar su huella en la final con un golazo en la que tras quebrar en dos ocasiones a su defensor, se plantó delante del portero para definir a la perfección. Su tanto podría haber decidido el encuentro, pero en la jugada siguiente, Pablo Álvarez, hasta la pasada temporada en las filas del Liceo, recortó distancias y mandó el partido al descanso muy abierto. En la segunda parte, en un minuto, el 27, Panadero y Gil abrieron brecha (2-5). A Argentina no le quedaba otra que lanzarse a por la remontada y aunque tampoco creó excesivo peligro, sí pudo acercarse al conjunto de Feriche, que ya celebraba el título. Pablo Álvarez aprovechó el rechace de una falta directa que él mismo había fallado ante Trabal y a once segundos, Emanuel García, de penalti, llevó los nervios a las filas visitantes, pero ya no quedaba tiempo y España pudo levantar los brazos.

Es una generación de oro. De cuatro, específicamente. Realmente, sólo el portero Guillem Trabal y el delantero Pedro Gil sobreviven desde que en San José 2005 (EEUU) comenzara el ciclo triunfal. Es más, el guardameta del Reus estaba también en 2001 cuando España ya había sido campeona en San Juan. Diez años más tarde, repite éxito y lo hace luciendo la camiseta de Luis Milla, el utillero del combinado español fallecido el año pasado, un detalle para estos tiempos en los que tanto se habla de valores. El jugador del Coinasa Liceo Jordi Bargalló, por su parte, suma tres entorchados. El miércoles recibirá la medalla de bronce del mérito deportivo del CSD. Antes, todo el equipo llegará hoy al aeropuerto barcelonés de El Prat.