El Deportivo reaccionó al alcorconazo de la mejor forma posible, con otro 4-0 cocinado en los primeros quince minutos, mágicos gracias a la varita de Juan Carlos Valerón. El Flaco, asistente en los tres primeros tantos, lideró el gran arranque del equipo coruñés, que salió al campo como debe hacer un aspirante al ascenso, muy metido en el partido y sin apenas conceder nada al rival. Al contrario que el fin de semana pasado, esta vez nadie bajó los brazos. Nadie se dejó llevar. Todos le pusieron intensidad para tumbar al líder, que aún no se había despertado de la siesta cuando ya perdía por tres goles.

El Guadalajara entró en el partido con mal pie, igual que le pasó al Dépor en Santo Domingo, y en un abrir y cerrar de ojos se encontró con un 3-0 en contra que echó por tierra todas sus esperanzas de pescar algo en Riazor. Guardado, con un zapatazo lejano bien ajustado, abrió el camino de la goleada en el minuto 7. Comenzaba una fiesta que pudo torcerse si el cabezazo de Ryan llega a entrar en vez de dar en la cruceta. Fue la única ocasión que tuvo el Guadalajara para volver a meterse en el partido, porque dos minutos después Álex aprovechó un soberbio servicio de Valerón, un auténtico regalo caído del cielo, para fusilar a Saizar con una volea digna de un nueve. La sociedad entre Valerón y Álex volvió a dar sus frutos en el 15. La jugada la inició el propio Bergantiños, robando el balón en el centro del campo. Luego El Flaco hizo lo más difícil: fintó, regateó y arrastró a la defensa antes de congelar el tiempo sólo unas milésimas, lo justo para esperar la llegada de su compañero y conectar con él. Otro gran pase del grancanario y otro remate magnífico del coruñés. 3-0 en apenas un cuarto de hora.

Quedaban por delante 75 minutos largos para disfrutar, para saber jugar con el marcador a favor y, por qué no, para dedicar a la hinchada más goles con los que ayudar a cicatrizar la herida abierta en Alcorcón. No tuvo prisa el Dépor, que supo meter la marcha que más le interesó en cada momento. De eso se encargó Valerón, tan decisivo en los metros finales como en la medular, donde supo darle pausa al juego gestando posesiones largas que acabaron por desesperar al Guadalajara. Llegaba como líder, lanzado por su gran inicio de campeonato, pero en la primera parte apenas olió el balón. Incluso pudo haberse ido al descanso con una derrota más abultada si el disparo de Lassad a la media vuelta no se llega a encontrar con una mano salvadora de Saizar (m.19).

A la media hora fue Zé Castro el que acarició el 4-0 a la salida de un córner. Peinó el envío al primer palo con intención y le faltó muy poco para marcar. Además de sumarse al ataque en las jugadas a balón parado, el central portugués también se animó a incorporarse en varias transiciones elaboradas. Todo un síntoma de lo cómodo que se estaban encontrando, tanto él como el equipo. El Guadalajara apenas pisaba el área de Aranzubia, así que tocaba disfrutar. Sobre todo a los aficionados, que tras el descanso se animaron a formar una multitudinaria ola como hacía tiempo que no se veía en Riazor.

Esa fiesta en la grada fue lo mejor de la segunda mitad hasta el gol de Salomão, el 4-0 definitivo (m.80). En realidad sobraron los segundos 45 minutos. El Dépor se limitó a saber administrar su ventaja, sin renunciar al ataque, mientras que el Guadalajara quiso pero no pudo. Sólo chispazos aislados que ni siquiera hicieron cosquillas a la defensa coruñesa. Un cabezazo de Rodri a las manos de Aranzubia fue su mejor acercamiento a puerta. Tampoco es que el Dépor hiciera demasiados méritos para aumentar su ventaja, satisfecho por saborear, al fin, un triunfo holgado, el primero de la temporada.

La lesión de Zé Castro, a media hora del final, fue la noticia negativa de la tarde. Desde las alturas Oltra decidió que su sustituto debía ser Morel, un lateral, y no Rochela, su teórico recambio natural. El canterano entró después junto a Bodipo, que despertó de la grada una cariñosa ovación. Para entonces Riazor era una fiesta completa, la que montó El Flaco en los primeros quince minutos. Valeronazo y cura de goles, la mejor forma de pasar página.