Ganó el Deportivo en El Collao, el Deportivo Alcoyano, que supo rentabilizar mejor que el de A Coruña sus llegadas a la portería de Aranzubia para quedarse con los tres puntos en un choque en el que los herculinos mandaron, especialmente en la segunda parte, marcaron el tempo del juego, pero a quienes les faltó acierto en el remate para rentabilizar ese dominio que tuvieron sobre la pelota. Eso que los inicios hicieron pensar en que se iba a repetir la historia de Alcorcón, con dos goles en los seis primeros minutos, el árbitro sólo concedió el segundo, y una superioridad manifiesta de los locales. Pero los futbolistas de Oltra supieron hacer la lectura adecuada al encuentro y se pusieron el mono de trabajo para intentar darle la vuelta al marcador. Por dominio y juego, quizás lo mereciesen, pero en fútbol no se vive de méritos. Tampoco en Segunda

Moral-como no- y victoria son las dos palabras que figuran en el lema del Alcoyano. Por la primera es conocido el equipo alicantino y la segunda intentan convertirla en realidad utilizando los rudimentos básicos de este deporte. Pelea, lucha y patada a seguir. No se complican los futbolistas locales, los del otro Deportivo, atrás la pelota dura el tiempo que tarda cualquier defensa en sacársela de encima, y en el medio el balón pasa siempre por Miki, que de primeras abre indistintamente a una u otra banda, ya que sabe que siempre se va a encontrar con un compañero pegado a la línea de cal en el extremo. No sorprendió el equipo de David Porras. El terreno de juego no daba para mucho más a pesar de que desde fuera ofrecía un aspecto inmaculado. Menos mal que el verano todavía no se retiró a hibernar y el césped estaba seco.

Del mal estado del campo eran conocedores los coruñeses, que salieron con la orden de cambiar su estilo y buscar un fútbol más directo que el que tratan de realizar habitualmente, pero de esa forma la cosa no iba bien, la verdad es que iba muy mal, ya que los locales se fajan mejor en el cuerpo a cuerpo que los deportivistas. Fue entonces, ya con el marcador en contra, cuando optaron por recuperar el libreto original y movieron la pelota por abajo. Consiguieron hacerse con el control del juego y mantuvieron al Dépor de Alcoy lejos de la portería de Aranzubia, que a los seis minutos había encajado dos goles, aunque Valdés Aller -el árbitro- sólo concedió el segundo, el que anotó Ayoze en su propia portería al intentar ceder una pelota a su portero cuando éste había abandonado le meta en busca del balón que se iba hacia un lateral. Craso error del lateral canario, pues una cesión al portero nunca se debe hacer hacia el espacio que ocupa la portería. Es ley. Un fallo que compensó a los locales del golazo que tres minutos antes -en el tres de partido-había marcado Miki. El centrocampista local disparó desde lejos, el balón se estrelló en el larguero y botó en el césped por detrás de la línea de gol. El árbitro no lo vio; ni su asistente.

El fantasma de Alcorcón sobrevoló por El Collao. Fue una ilusión. Lo disipó la luna llena que iluminaba el cielo de Alcoy. Tan pronto como los deportivistas decidieron llevar la pelota al suelo, a los locales sólo les quedó correr detrás de los deportivistas con el fin de cerrar cualquier hueco hacia la portería de un inseguro Maestro, al que los hombres de Oltra probaron, a falta de otros recursos, con lanzamientos lejanos que siempre atajó con apuros. En cualquier caso, era la única forma de intentar llegar a establecer las tablas antes del descanso. Resultó imposible. De todas formas el partido pintaba mucho mejor que al principio, sin tener que echar cohetes por lo que se estaba viendo.

¿Qué era? Un partido de Segunda con todos sus ingredientes, incluso de una categoría inferior, en el que el Alcoyano sabía utilizar sus armas, por muy rudimentarias que fuesen, y el Deportivo tenía muchos problemas para imponer su estilo. Quizá las dimensiones del campo fuesen un obstáculo difícil de salvar, es posible, pero un equipo como el coruñés tiene que disponer de recursos para solventar situaciones complicadas, como la de ayer. Complicadas, pero previstas. Y los recursos aparecieron. Pasaron por lo que mejor sabe hacer este equipo, que es mover la pelota. Pasaron por Juan Carlos Valerón. El partido no estaba para el capitán, pero si estaba el de Arguineguín para el partido y para deleite, incluso, de la parroquia local.

También sus compañeros estuvieron por la labor, especialmente tras el descanso, pues la línea de medios impuso su criterio en la sala de máquinas, circunstancia que propició que el control del juego pasase a manos de los deportivistas y al cerco al que sometieron el área local. Los remates empezaron a surgir desde todos los puntos, no sólo desde el exterior. La presencia de Riki, al lado de Lassad, fijó todavía más a la zaga peladillera. Maestro empezó a sacar de más de un apuro a su equipo. Seguía sin atajar los disparos de los coruñeses, pero rechazaba casi todo. Incluso le sacó a Salamão el empate, tras despejar flojo un tiro de Saúl, el balón quedó muerto en el área, pero el remate del portugués pudo sacarlo el guardameta local a córner cuando parecía que el balón entraba. Perdonó el Deportivo a un equipo que estaba tocado y que se limitaba a aguantar las embestidas. Pero esa gota de vida que le quedaba, le dio al Alcoyano para empezar a contragolpear y en una de estas acciones puso la puntilla por medio de Gato, en posición dudosa, que llevó la tercera derrota al casillero del equipo deportivista, aunque fuese con decoro en un partido en el que por lo menos sí ejerció de mandón.