El entrenador blanquiazul, José Luis Oltra, había desafiado al término del encuentro de Copa frente al Alcoyano a aquellos que cuestionaron las dificultades del equipo para tener un partido cómodo. Les recomendó irse "al cine" si no querían sufrir con las actuaciones de sus jugadores. Como si de un vaticinio se tratara, ayer sin embargo el sufrimiento se transformó en descontento generalizado hacia la actuación del conjunto que dirige el valenciano. El resultado certifica el primer empate de la temporada y pone en entredicho la fiabilidad de Riazor como fuente de puntos para los deportivistas. Pero podría haber sido incluso peor.

Hasta la fecha, y si no fuera por la derrota cosechada ante el Hércules en el inicio del campeonato, el Deportivo contaba todas sus comparecencias en su estadio por victorias. En Riazor, los de Oltra arreglaban lo que estropeaban fuera. De paso, sus victorias en casa les permitían no perder el compás con los equipos de la parte alta de la clasificación. Pero ayer el equipo se dejó dos puntos más, los que le hacían falta para compensar la derrota del pasado fin de semana en Alcoy. Esta vez, Riazor no fue garantía de triunfo como en ocasiones anteriores.

Los deportivistas suman así hasta la fecha 13 puntos, todos procedentes de los encuentros que ha disputado en su campo a excepción de los que consiguió por su victoria en terreno del Barça B. El encuentro de ayer, pese al resultado, no fue diferente a los que ha completado en las jornadas hasta ahora disputada. El juego blanquiazul continúa siendo intermitente, sin apenas continuidad. Alterna instantes de gran intensidad -generalmente coincidiendo con los momentos de inspiración de sus jugadores de mayor calidad- con otros de indolencia que permiten crecer a sus rivales tal y como sucedió ayer.