Tal día como hoy, hace justo diez años, el Deportivo escribía en Manchester una de las páginas más brillantes de su historia. Aquella épica victoria en el emblemático Old Trafford (2-3, dos de Tristán y uno de Sergio) fue su primera gran machada en Europa, una gesta al alcance de muy pocos y una prueba inequívoca de la dimensión de un equipo que empezaba a competir de igual a igual con los más grandes clubes del continente. Y no sólo les plantaba cara. Generalmente, ganaba. Diez años después, su Teatro de los Sueños es otro. Menos ostentoso y despojado de aquel glamour, pero sin duda más importante para el futuro. Mucho más importante. Porque el ascenso, para el Dépor, es la vida. Deportiva y económica. La vida. Ya no se trata de darse el gustazo de pasarle por encima a Barthez, Scholes, Verón, Giggs y compañía. No se trata de pasear el nombre de A Coruña por todos los rincones de Europa. No se trata de ser el pez chico que se come al grande. Se trata de sobrevivir, de seguir respirando. Una necesidad primaria, básica, esencial. Ahora la amenaza es el desgarbado Powel, no Van Nistelrooy, y un tal Mingo, con su cuidada coleta, es lo más parecido a Beckham que hay en el Nàstic. Cambian los protagonistas, cambian los escenarios, pero el escudo en el pecho es el mismo. Lo lució Valerón aquel 17 de octubre de 2001 y lo sigue defendiendo con orgullo y responsabilidad, consciente de lo que supone el Deportivo para A Coruña y su gente. El Flaco sabe bien lo que significa, y también lo que pesa. No es un escudo más. Es centenario, histórico, laureado y venerado por miles y miles de aficionados que cada quince días acuden fieles a su cita de Riazor para animar sin descanso. Hace diez años celebraban (celebrábamos) la gesta de Old Trafford. Hoy se preguntan por qué el equipo no acaba de despegar en Segunda, por qué no hay un delantero que las enchufe, por qué un rival moribundo marca dos goles en sus únicas dos llegadas y por qué el entrenador sigue viendo los partidos desde la grada. Quieren respuestas. No en las salas de prensa, sino en el campo. Respuestas para que ese sueño de ver al Dépor otra vez en el teatro de Primera no se acabe convirtiendo en una pesadilla.