Despertó el Dépor demasiado tarde en Cartagonova. Tardó más de medio partido en darse cuenta de que no iba a ganar con la gorra, y cuando lo hizo ya perdía por dos goles. El 2-1 le dio vida y acabó achuchando al Cartagena, pero no mereció otro resultado que la derrota. Con o sin Valerón, anoche suplente por primera vez en Liga, el equipo coruñés se dejó golpear en una primera parte desastrosa y luego tuvo que remar contra corriente. Otro palo fuera de casa, y ya van unos cuantos. Demasiados para un equipo que para muchos es el mejor de la categoría. Anoche, desde luego, no lo demostró.

Sorprendió Oltra de salida dejando en el banquillo a Valerón, hasta anoche titular indiscutible en las anteriores nueve jornadas. Una apuesta arriesgada la del valenciano, que quiso dar un respiro al grancanario en una semana de tres partidos. Quizá sea una concidencia, pero sin El Flaco el Dépor fue en ataque una auténtica caricatura de equipo, sin ideas, sin fútbol y sobre todo sin profundidad. Ni cuatro pases seguidos fue capaz de dar el equipo coruñés en una primera parte para olvidar, de lo peor de la temporada. Sin hacer nada del otro mundo, el Cartagena dominó con claridad. No le importó ceder el balón al rival. Lo que querían los murcianos era robar y correr a la contra para ganarle la espalda a la adelantada defensa coruñesa. Así llegó el primer susto nada más comenzar el encuentro, una galopada de Collantes, al que Aythami tuvo que derribar cuando se iba directo hacia la portería. Era tarjeta roja, pero la jugada estaba invalidada por fuera de juego.

El Dépor no se parecía en nada al equipo que venía de ganar en Córdoba. Allí derrochó pegada y eficacia en los metros finales, pero difícilmente se pueden mostrar esas virtudes cuando apenas se pisa el área contraria. Atascado más que nunca en campo contrario, el Dépor perdía el balón con demasiada facilidad cada vez que traspasada la línea de tres cuartos. Poco fútbol y demasiados pelotazos, algo inusual desde la llegada de Oltra. Riki y Lassad, desaparecidos, veían pasar la pelota por el aire. Al piso, ni una. El Cartagena, sin crear oportunidades excesivamente claras, estaba mereciendo irse al descanso con ventaja. Para el Dépor era un premio mantener el 0-0 y a punto estuvo de irse a la caseta con ese marcador. Lo impidió Collantes, quien en el 41 sorprendió a Aranzubia con un zapatazo lejano directo a la escuadra. Golazo y premio merecido para el Cartagena. Faltaban cinco minutos para el ecuador y el Dépor los aprovechó para golpear más que en los cuarenta anteriores. Necesitó una bofetada para despertar. Primero fue Riki el que cabeceó un centro de Laure al primer palo. Reina, bien situado, evitó el gol. Acto seguido fue Colotto el que disparó con violencia. Su remate llevaba veneno, pero involuntariamente Aythami rechazó el lanzamiento. Así terminó una primera parte desastrosa del Dépor. Peor, imposible. Por el juego, por el resultado, y por si fuera poco, también por la lesión de Salomão.

Era hora de recomponerse en el vestuario y afrontar la reanudación con otra cara, más propia del gran favorito al ascenso y no de un equipo del montón. Eso fue el Dépor en la primera mitad y así también empezó la segunda, impotente y viéndose superado por un rival que hasta anoche no había ganado ningún partido en casa. Comenzó el segundo acto como el primero y esta vez el gol local no se hizo esperar. Llegó en el 47, por mediación de Álvaro Antón, providencial en la ejecución de una falta directa al borde del área. Con un 2-0 en contra, el Dépor tenía una difícil papeleta por delante. Lo peor ya no era el marcador. Era la sensación de impotencia que transmitía el equipo.

Mientras Valerón se ajustaba las botas y recibía las últimas indicaciones de Oltra, el Cartagena empezaba a gustarse, expoleado por su público y deseoso de agradar. Hacía falta un chispazo, una jugada aislada, para que el Dépor se volviera a meter en el partido. Y llegó, como por arte de magia, dos minutos después de la entrada de El Flaco. Centro chut de Lassad que Riki intentó tocar con la cabeza para firmar el 2-1. Parecía mentira, pero había partido, y Oltra decidió echar mano de Bodipo en busca del empate. Lo acarició el andaluz, al que le faltaron centímetros para empujar un buen servicio de Saúl. Luego fue Lassad el que desde lejos probó a Reina. Reculó el Cartagena, temeroso del empate, pero acabó logrando su objetivo. Lo mereció ante un Dépor que vuelve a las andadas.