Desde que durante la pretemporada, en pleno debate sobre las carencias goleadoras del equipo, se destapara como el principal recurso goleador del equipo, Riki no había vuelto a disfrutar de esta condición dentro de la plantilla. Una lesión inoportuna en el segundo partido de Liga condicionó el comienzo de la competición para él, pero desde su regreso ha encadenado tres jornadas consecutivas marcando.

Lo hizo en Córdoba, en la derrota ante el Cartagena y ayer ante el Girona en lo que supuso el empate de los blanquiazules antes del descanso. El regreso, sin embargo, desde que su enésima lesión muscular le obligó a interrumpir su participación en el equipo, fue titubeante. Apenas participó en la victoria copera ante el Alcoyano, por más que anotara el primero de sus goles tras su recuperación. A medida que fue recuperando la confianza, no obstante, su aportación al juego ha ido en aumento.

En Córdoba estuvo correcto, en la línea del equipo; en Cartagena se esforzó, lo mismo que el resto de sus compañeros; pero ayer sobresalió. Convertido en la única referencia en ataque, actuó como tal y se descolgó cuando fue necesario para recoger aquellos balones que los futbolistas de banda -Guardado y Salomão- no acertaban a conseguir.

El madrileño suma ya tres tantos y se coloca a la estela del resto de goleadores del equipo, precisamente aquellos que tuvieron que suplir su baja durante aproximadamente un mes. El de ayer, sin embargo, fue diferente a los que había conseguido hasta entonces. Puede decirse que es consecuencia de su propia confianza. En Cartagena apenas rozó el centro de Lassad con la cabeza; ayer recogió un pase de Valerón, consiguió frenarse y ajustar un disparo lejos de la estirada del portero rival. Sonríe Riki.