Actuar como local suele ser determinante en los clásicos del fútbol gallego, por eso que el primer Deportivo-Celta después de más de cuatro años se celebre en Riazor debe significar que los blanquiazules tienen mayores posibilidades de hacerse con la victoria, algo que apoyan las estadísticas entre los equipos coruñés y vigués. El cuadro blanquiazul ha ganado más partidos de los que ha cedido puntos ante su eterno cuando actuó como local, en especial en los choques correspondientes a Segunda División, categoría en la que los olívicos puntuaron en seis -dos empates y cuatro victorias- de los 21 partidos disputados. Todos los demás fueron triunfos blanquiazules. También en Primera marca diferencias el escenario del partido. El Deportivo en casa apabulla a los olívicos, que pueden contar entre sus logros que ganaron en las dos últimas visitas, aunque en la última de poco les sirvió porque acabaron descendiendo, como les había sucedido tres años antes, tras caer de forma contundente en el clásico, en un partido en el que se jugaban la permanencia.

De los clásicos más recientes disputados en el estadio herculino, todavía se recuerda el de la temporada 2000-01, en el que destacó el duelo deportivo y extradeportivo que mantuvieron Djalminha y Mostovoi. Un choque que el futbolista brasileño sentenció con un gol genial, el único del partido, tras un control propio de un genio y una conversión todavía más espectacular. También fue llamativo el partido del curso anterior, disputado en diciembre de 1999, al que ambos equipos llegaron copando los dos primeros puestos de la clasificación. Fue en Primera División. No hace tanto. Los blanquiazules tenían 33 puntos y los celestes 28 antes de celebrarse esa jornada. Turu Flores se encargó de que la diferencia se ampliase a ocho puntos con un tanto que permitió a su equipo asentarse al frente de la clasificación, en tanto que supuso el descenso de los vigueses, que acabaron séptimos al final de la campaña. Fue el año de Turu Flores en los clásicos. El "Turu, Turu", "Turu, Turu" martilleaba la cabeza de los celestes con la misma intensidad que el atacante argentino machacaba la portería viguesa con goles que parecían imposibles.

Imposible parecía que el Deportivo pudiese pasar de octavos de final de la Copa del Rey en la temporada 1998-99. El bombo decidió emparejar a los dos equipos gallegos y el coruñés llegó a Balaídos, el 20 de enero de 1999, con el equipo plagado de bajas ante un Celta crecido que mandaba como líder en la clasificación -Primera División-. Javier Irureta, que vivía su primer año como entrenador blanquiazul, volvía por segunda vez esa temporada al que había sido su estadio en la campaña anterior, pero no sin haber intentado que el partido se aplazase por la falta de efectivos, debido a las numerosas lesiones que tenía en su plantilla. El partido se jugó. José Ramón, actual técnico del Montañeros, fue clave por su calidad, experiencia y saber estar. Turu se encargó de rematar la faena al marcar el gol de la victoria blanquiazul. Un mes después llegó la vuelta en Riazor. El Celta jugó un gran partido, había igualado la eliminatoria, pero en el último segundo de la prórroga apareció Turu Flores para marcar, hacer el empate y clasificar a su equipo. Fue el comienzo de un año, que el argentino cerró con el tanto, único del partido, entre ambos en Riazor correspondiente ya a la temporada siguiente, al curso 1999-2000, que concluyó con el Deportivo como campeón de Liga. Fue la época en la que desde A Coruña se acuñó un chiste sobre el sonido de los teléfonos en Vigo: "¿Sabes cómo suena un teléfono en Vigo?: Turu, Turu, Turu, Turu,...".

Ocurrente para los deportivistas, menos gracioso para los celtistas, pero, en definitiva, es para lo que tienen que servir los clásicos, para que existan bromas entre los aficionados de uno y otro equipo que mantengan algún tipo de relación que, a pesar de algunos, suelen ser muy numerosos. La prueba es que en Riazor habrá más celtistas que los previstos, es decir, el Deportivo facilitó 1.700 localidades al club olívico, pero se calcula que el número de seguidores celestes sobrepase los 2.000, lo que significa que un número importante de ellos estarán intercalados entre los aficionados deportivistas, como ha venido sucediendo en temporadas anteriores.

Visitas que se saldan, en la mayoría de los casos, con resultados adversos, a pesar que cada año, en las víspera de cada uno de estos clásicos se suele recurrir a los tópicos. "No importa el momento de forma", "No importa la clasiifcación que ocupe cada equipo", y argumentos por el estilo. Un derbi es un derbi y por eso es especial, sobre todo para aquellos que lo viven desde la cuna, tanto de uno como otro equipo, aunque los novatos rápidamente se inbuyen de lo que significa, por lo menos en Galicia. Ahí están los futbolistas del Deportivo que se van a estrenar, que ha tenido que pasarse la semana soportando a sus allegados, que se encargaron de recordar los que significan estos partidos. Ayer, los Riazor Blues lo dejaron muy claro: "O derbi non se xoga... gáñase". Los firman los Blues. Lo firman todos los seguidores deportivistas. También los celtistas, seguro. Pero esta vez es en Riazor.