El primer cero en el casillero de Fernando Alonso en la presente temporada le impidió de paso al bicampeón mundial español haber alcanzado uno de los récords de Michael Schumacher, el hombre récord de la Fórmula 1, pues posee todas las marcas posibles de la categoría, salvo el de grandes premios disputados. El heptacampeón alemán cumplió ayer 300, por los 323 que suma el brasileño Rubens Barrichello, ya retirado.

Fuera de los puntos en Bélgica, Alonso se quedaba ayer en 23 carreras consecutivas puntuando (desde el GP de Europa de 2011, disputado en Valencia, al de Hungría del pasado 29 de julio), una menos que las 24 encadenadas por Schumacher entre el GP de Hungría de 2001 y el de Malasia de 2003.

Hay que reconocer, en todo caso, un valor especial a la racha de Schumacher, por cuanto en las temporadas de 2001 y 2002 sólo puntuaban los seis primeros clasificados, y los ocho primeros en la de 2003; mientras que Alonso ha establecido su racha de 23 carreras siendo diez los pilotos que suman puntos. "Sí era una marca que me hacía ilusión, porque no sólo premia la regularidad sino también la fiabilidad del coche. De las 35 últimas carreras que llevábamos disputadas con Ferrari sólo no habíamos podido finalizar en Canadá del pasado año tras un pequeño toque con Button, y eso habla muy bien de la fiabilidad de nuestro monoplaza", dijo ayer el asturiano.

Alonso se debatía en Spa entre la rabia por haberse visto fuera de carrera sin alcanzar siquiera la primera curva y la alegría de ver cómo todo había quedado en un tremendo susto y saber que "dentro de cinco días podré estar en Monza". "Estoy bien, tengo algo de dolor en la espalda, por eso me llevaron al centro médico para hacer algún chequeo. Pero no tenía nada, sólo el dolor del golpe. La verdad es que me llevé una impresión muy fuerte al ver luego las imágenes y cómo el coche de Grosjean me pasa por encima de la cabeza y de las manos. Así que dentro de la mala suerte del abandono, me quedo con que dentro de cinco días estaré en el coche en Monza", explicó Alonso.

"Fue un golpe fuerte, pero en directo apenas me di cuenta de lo que había pasado. Esperé a verlo por la tele porque era difícil imaginar cómo había llegado alguien sin frenar a la curva. Parecía que era como jugar a los bolos y nos tocó la peor parte", dijo el asturiano, que destacó la seguridad de los monoplazas. "Es la adecuada. Es mejor de lo que todo el mundo se imagina, ya que, incluso con accidentes grandes, nunca suele pasar nada. En cuanto a seguridad los monoplazas están perfectamente. Lo que hay que cambiar es la manera de hacer las salidas. De doce que llevamos este año creo que en siete Grosjean (quien provocó el accidente) se ha tocado con otros pilotos, y es un porcentaje demasiado alto".

En opinión del ovetense, el accidente de ayer no debe cambiar sustancialmente el devenir de la temporada: "No ha cambiado nada. Siguen siendo todos rivales muy fuertes. Ahora mismo creo que el mejor coche es el McLaren, por tanto, tener segundo a Vettel preocupa, sí, pero preocupa un poco menos. Lo que ha ocurrido no ha sido por un problema nuestro de pilotaje, por un problema de estrategia o por un problema de fiabilidad del coche. Simplemente, la mala suerte nos ha tocado a nosotros".