El alemán Michael Schumacher, el piloto más laureado de la historia de la Fórmula Uno, en la que posee los récords de títulos mundiales (siete) y de victorias (91), sufrió este domingo, de forma paradójica, esquiando, el que ha podido ser el mayor susto de su vida mientras practicaba un deporte.

El 'Kaiser', que el próximo 3 de enero cumplirá 45 años, hospitalizado este domingo en Grenoble tras accidentarse en Meribel, asimismo en Francia, ganó sus dos primeros Mundiales en 1994 y 1995, con Benetton, antes de completar la mejor racha de la historia de Ferrari, la escudería más victoriosa en la categoría reina del automovilismo, al repetir títulos entre 2000 y 2004.

Fue justo antes de encadenar este inédito repóquer cuando el más grande campeón que hasta la fecha ha dado el automovilismo sufrió su principal accidente a bordo de un monoplaza de F1: en julio de 1999 se salió de pista en Silverstone, durante el Gran Premio de Gran Bretaña, y se rompió la pierna derecha tras chocar, a unos 200 kilómetros por hora, contra el muro de neumáticos de la curva Stowe.

'Schumi' recordaba dos años después que en ese momento pensó que se "moría, porque" su "corazón parecía dejar de latir". A pesar de que pudo haber sido más grave -sufrió un fuerte impacto en la cabeza y su casco se rompió-, la principal consecuencia del accidente fue sólo deportiva: el alemán se perdió la mitad de una temporada en la que defendió corona el finlandés Mika Hakkinen y, por cuarto año seguido desde su llegada, Ferrari seguía sin ganar el título.

Schumacher arrasó las siguientes cinco campañas, en las que se ganó el sobrenombre de 'Kaiser', al convertirse en el emperador de los circuitos: no sólo ganó siete títulos y 91 carreras (el francés Alain Prost, segundo en esa relación, celebró 'sólo' 51 victorias), sino que nadie arrancó tantas veces como él desde la 'pole': 68.

Fue el asturiano Fernando Alonso, que ganó dos títulos (2005 y 2006) con la escudería Renault, el que puso fin al reinado del germano, que se retiró cuando el español se convirtió en doble campeón mundial.

Su espíritu competitivo y su carácter de superdepredador, unidos a la llamada de Ross Brawn, el ingeniero con el que festejó todos sus éxitos, provocaron, sin embargo, su vuelta, en 2010, a la categoría reina, en un segundo periplo en el que no mejoró sus plusmarcas. En los tres años que pilotó para Mercedes, apenas subió una vez al podio, al acabar tercero, en Valencia, en el Gran Premio de Europa de 2012, que ganó Alonso. Al final de ese año, el 'Kaiser' se retiró de nuevo. De momento, parece que de forma definitiva.

Entre sus aficiones a otros deportes, Schumacher cuenta sobre todo el fútbol, pero también, de forma destacada, el esquí alpino, en el que mostraba su destreza ante la prensa internacional cada año en la recién desaparecida reunión invernal que su escudería organizaba en la estación italiana de Madonna di Campiglio, una de las perlas del Trentino, donde se bautizó una pista con el nombre del piloto alemán.

Habiendo sido el mejor en una disciplina que ha elevado a mitos a no pocos deportistas que dejaron su vida en los circuitos, entre otros, al canadiense Gilles Villeneuve, al doble campeón mundial escocés Jim Clark o al triple campeón del mundo brasileño Ayrton Senna (el tercero con más triunfos en F1: 41), Schumacher sufrió uno de los mayores sustos de su vida mientras esquiaba.

En Meribel, sede de las pruebas de esquí alpino de los Juegos de Albertville (Francia), en 1992, donde la madrileña Blanca Fernández Ochoa ganó bronce en el eslalon. La misma estación donde el pasado 23 de febrero la andaluza Carolina Ruiz se convirtió en la primera española en ganar un descenso de la Copa del Mundo de ese deporte.

Schumacher había sufrido hace cuatro años un accidente, precisamente en España, en Cartagena (Murcia), cuando rodaba en moto en el circuito de velocidad de esta localidad. Acabó con contusiones en el cuello, en el tórax y en una muñeca, de las que fue atendido en un hospital de Murcia.

Pero el susto gordo se lo llevó este domingo, en los Alpes franceses, al chocar con la cabeza contra una roca mientras esquiaba fuera de pista: otra práctica de riesgo.