El Real Club Náutico de La Coruña tiene desde ayer por la tarde unos invitados inesperados, las casi 40 embarcaciones que conforman la flota de la regata francesa Solitaria de Figaro.

La competición arrancó el pasado 31 de mayo en Burdeos, una primera etapa que tenía su meta en Sanxenxo. Ya en aguas gallegas, los participantes -que viajan solos en sus barcos- se dirigieron hacia su siguiente destino: Cornualles. Pero atravesar el muro del Atlántico, como los regatistas lo definen, no iba a ser sencillo. El viento y el fuerte oleaje obligaron al director de carrera a detener la competición, puesto que suponía un gran riesgo para los participantes continuar con la regata.

"No es nada fácil cruzar el mar Atlántico y por seguridad cancelaron la etapa. Avisaron a las cuatro de la tarde de que se quedarían en el Náutico", informa Cristóbal Atienza, responsable de comunicación de la entidad herculina, quien todavía no sabe cuánto tiempo necesitarán refugio.

Además de los 39 barcos que compiten en la regata francesa, el Náutico coruñés ha recibido a dos catamaranes -uno de los jueces y el otro de prensa-. El presidente, Germán Suárez-Pumariega, acudió a la dársena en cuanto conoció la noticia para recibir tanto a participantes como organizadores y darles la bienvenida.

Tras pasar la tarde y la noche de ayer en A Coruña, la Solitaria de Figaro intentará seguir hoy su rumbo aunque las predicciones meteorológicas indican que el viento continuará. La flota debe llegar a Cornualles para seguir hasta Torbay, en Inglaterra, y regresar a aguas francesas, más concretamente a Diepa.