En el mundo del deporte actual es muy complicado que un jugador juegue toda su carrera en el mismo equipo o que pase todos sus años de formación en el mismo club. Las redes de captación de talentos son cada vez más extensas y las ofertas se multiplican. Por ello, aquellos casos en los que un jugador mantiene su amor por unos colores durante una etapa tan larga como la que va desde infantiles al primer equipo, merece un reconocimiento. Así lo ha pensado el Leyma Básquet Coruña, que mañana en el descanso de su choque de LEB Oro ante el Cocinas.com homenajeará a Darío Suárez, que completó toda su formación en la cantera naranja.

"Me llamaron y me sorprendió al principio, es un orgullo. El club quiere recordar a la gente que ha pasado muchos años allí y me parece bien, sobre todo para involucrar a los chavales que están ahora en la cantera y que vean que si se quiere, se puede", admite Suárez, quien considera a la entidad coruñesa como una "familia".

Más allá de la satisfacción personal que le produce al coruñés, actualmente en las filas del Marín de EBA, piensa que tendrá una importante repercusión para los niños y niñas que ahora forman parte de las categorías inferiores del Leyma. "He pasado muchos y muy buenos años y ha llegado el momento en el que me lo agradecen, estas cosas se miran siempre con buenos ojos. Sobre todo es bueno para el club con vistas a la cantera. Tener un equipo de arriba está bien, pero formar y educar a unos jugadores con unos valores es lo más importante", reflexiona.

Suárez entró en el club en infantiles en la época en la que se creó la actual estructura, fruto de la unión del equipo de Liga EBA de Arteixo y del Club Baloncesto Ventorrillo en 1996. Así, sus mejores memorias proceden de los años de formación. "Tengo buenísimos recuerdos, me acuerdo perfectamente de cada uno de los entrenadores que he tenido. He aprendido mucho de todos, especialmente de Canco Dopico y de Jaime Timiraos, sin ellos no hubiese llegado a donde estoy, también como persona", apunta.

Muchos técnicos vienen a su memoria, como también lo hacen torneos y competiciones en los que se fomentaba la convivencia: "Ese fin de semana que duermes fuera de casa siempre te lo pasas mejor".

Tras pasar por todas las categorías, Darío hizo realidad su sueño: el primer equipo. "Me acuerdo de Antonio Pérez, que se paró mucho conmigo, de Miguel García entrenando todas las mañanas conmigo, y de un montón de jugadores, no podría nombrarlos a todos", dice. Aunque por encima de todos los recuerdos está uno especialmente. "Cuando ascendimos, de ese año siempre te acuerdas más", añade.

Darío puso punto final a su unión con el Básquet Coruña en 2013, cuando fichó por el Marín Peixegalego de LEB Plata. El pasado verano inició su tercera temporada con el club pontevedrés, pero ahora la situación ha cambiado. "Por temas laborales he tenido que poner un punto y seguido. Trabajando en el norte de la provincia de A Coruña es difícil ir a entrenar. Era un acuerdo al que habíamos llegado a principios de temporada, pero los años ahí han sido inmejorables", narra Suárez, quien no cierra la puerta a volver al club de sus amores: "Nunca se dice que nunca".