Su nombre suena desde hace tiempo como el futuro de la natación gallega porque la coruñesa Macarena García es la heredera natural de Bea Gómez y María Vilas, aunque a estas, con 21 y 19 años, todavía les quede mucha cuerda por delante. A sus 16, ya se estrenó con la selección española en el Open International Energy-Standard Championship de Moscú y el año pasado realizó su primera mínima internacional al lograr el tiempo requerido para ir al Europeo júnior, aunque finalmente no fue seleccionada. Para seguir mejorando, la nadadora del Club del Mar tomó esta temporada una difícil decisión. Dejó el equipo de San Amaro y a su entrenador de siempre, Pablo Barrós, para marcharse al Centro Gallego de Tecnificación Deportiva en Pontevedra. Un cambio radical en su vida, pero no en su objetivo, que seguirá siendo el Europeo júnior. Desde hoy y hasta mañana tendrá en Gijón la primera prueba de su rendimiento en el Campeonato de España en piscina corta. Pero no se mete presión. "El objetivo es mejorar mis marcas y quedar lo más arriba en el ranking", anuncia.

"Decidí irme a Pontevedra porque sentía que necesitaba cambiar de aires ya que la temporada pasada fue la más difícil que pasé porque las cosas no salían como esperábamos", admite. La opción del CGTD siempre había estado ahí, pero nunca se había atrevido a dar el paso. "En cuanto lo hablé con mis padres y les dije que estaba segura de mi decisión , ellos me apoyaron en todo momento. También Pablo (Barrós) me dijo que era la mejor opción y que me animaba a dar el paso, lo mismo que mis compañeros de club, clase y profesores", recuerda. Un cambio sin rupturas porque seguirá compitiendo por el Club del Mar, con cuyo entrenador lo aprendió todo: "A controlar los nervios, a nadar cada una de las distintas pruebas, un montón de técnica, trabajo mental, que tanto él como yo lo consideramos igual de importante que el trabajo físico, a pararme a pensar, a no darme por vencida y a intentarlo todo aunque parezca muy difícil".

Ahora está a las órdenes de Luisa Domínguez y Fernando Zarzosa. "Son muy distintos. Luisa quizá transmita más seguridad y confianza y Fer más fuerza a la hora de entrenar. Nos anima mucho a todo el grupo durante el entrenamiento. Pero ambos nos ayudan en todo", comenta. Le ayuda a hacer más llevadera una dura rutina. Se levanta a las siete de madrugada para desayunar y rápidamente ir a clase a las ocho. A las 10.30 hace un descanso en los estudios para ir a entrenar dos horas -salvo martes y jueves que tiene jornada intensiva en el instituto- y volver más tarde al aula hasta las dos y media. Después, turno para comer y sin descanso retomar los entrenamientos hasta las 20.00 horas -agua y seco-, cenar y estudiar. El día termina a las once de la noche y el siguiente, vuelta a empezar. "Los cambios son grandes, sobre todo la cantidad de metros que hago, que es el doble de los que entrenaba en el club. También el trabajo en el gimnasio. Pero estoy muy sorprendida porque me he adaptado muy bien y muy rápido y no contaba con ello".

Lo que no cambian son los objetivos. Sigue siendo ambiciosa y quiere estar en el Campeonato de Europa júnior. Está caro, porque no solo tiene que realizar la mínima sino que tiene que estar entre las dos primeras de España de su categoría, en la que el nivel ha crecido muchísimo. Le pasó la última temporada. Consiguió el tiempo requerido por la Federación en 200 estilos, pero se quedó sin premio final. Seguirá insistiendo, incluso en el 400 estilos, la prueba de más nivel de la natación española. "Es la que más alegrías me ha dado y si las cosas no cambian, siempre seguiré apostando por ella aunque paralelamente siga preparando otras pruebas distintas", concluye. En Gijón está inscrita en 100, 200 y 400 estilos, 100 mariposa y 200 espalda. Una oportunidad para seguir creciendo.