Primer partido, primera sorpresa. Se cansaron de repetir los entrenadores de los ocho equipos participantes durante estos días que en la Copa del Rey podía pasar de todo. Y así fue. En una de las ediciones más abiertas de los últimos años, el Dominion Bilbao Basket superó a un Barcelona Lassa (72-73) flojo y sin brillo para colarse en las semifinales y, por qué no, en la historia del torneo del KO.

Nada mejor que el triple de Axel Hervelle para abrir la Copa del Rey. Ante la desorientación del Barça en los primeros compases, el ala pívot belga se plantó como líder del Bilbao y anotó desde la línea de 6,75 en tres ocasiones casi consecutivas. Empezaron a despertar los chicos de Xavi Pascual no solo por los puntos y los silbidos de los aficionados, sino gracias al acierto de Justin Doellman. El único capaz de deshacerse de la defensa rival, al resto no le salía absolutamente nada. Ni a Juan Carlos Navarro, que cometió algunos errores absurdos.

El conjunto vasco se sentía cómodo, incluso podría haber dado un buen golpe sobre la mesa. Lo desaprovechó con pérdidas e imprecisiones, incapaz de escaparse tan pronto. Con el tiempo muerto, el equipo barcelonés empezó a tener las ideas que le faltaron en el arranque. Un triple de Brad Oleson apagó las alarmas e hizo que la diferencia fuera mínima (12-13).

Poco o nada cambió en el segundo cuarto. Parecía un partido sin ritmo en el que ningún equipo era capaz de dominar con claridad. Se llegó a poner el Bilbao con ocho puntos de ventaja (24-32) en parte gracias a las faltas de los azulgrana, pero estos reaccionaron con un parcial de 6-0 que casi volvía a poner el contador a cero (30-32). Mas tiempos muertos, más indicaciones. Pero parecía que el espectáculo estaba reservado para los últimos 20 minutos. El triplazo de Álex Mumbrú fue quizá lo más destacable antes del descanso, así como la canasta de Carlos Arroyo justo cuando el tiempo se había agotado (37-40).

Tomas Satoransky quiso hacer ver que el paso por vestuarios había hecho efecto con un triple que colocó las tablas en el marcador (40-40). Pero nada más lejos de la realidad. Al principio sí fue un ir y venir de canasta a canasta para mantener el empate en el luminoso (48-48). Pero ahí se estancó la cosa. El Barça elaboró aún más sus jugadas y optó por la defensa al hombre pero al Bilbao le fue bien cuando se la jugaba al triple, como hizo Álex Ruoff -mejor valorado con 21 puntos y máximo anotador del partido- justo antes del cuarto definitivo (55-55).

Todo por decidirse. Los azulgrana, con más experiencia en este tipo de finales apretados, deberían haber dado un paso adelante cuando tuvieron la oportunidad. Por ejemplo, cuando Oleson entraba fácil a canasta. En lugar de eso, dejaron que el cuadro bilbaíno siguiese creciendo. Y es de esos equipos capaces de hacer historia. Ayer lo hizo. Mumbrú apareció para ser el guía, pero todos y cada uno pusieron su granito de arena para derrotar al gigante azulgrana.

Un canastón de Clevin Hannah dio paso a la gran hazaña. Si es que ya avisaron los vascos en liga, cuando se lo pusieron muy pero que muy difícil a los catalanes. Esta vez no se podía escapar. En cuestión de segundos parecía que el Coliseum se había trasladado al País Vasco. Todos animaban a los pupilos de Sito Alonso. Pau Ribas intentó callar a la masa, pero el aro escupió su lanzamiento. Mumbrú cazó el rebote y ahí empezó la fiesta. Primero acertó Oleson llamando a la puerta de la prórroga (71-73) y su compañero Ante Tomic pudo abrir finalmente la puerta. Acertó el primero de los tiros libres de los que dispuso tras una falta. A su lado, los jugadores del Bilbao pedían presión a la grada. La consiguieron y el croata erró el segundo. Detalles que deciden partidos. Volvió a tener la oportunidad en sus manos el Barcelona. Pero Mumbrú interrumpió la jugada que empezaban a elaborar Doellman y Oleson. Cazó el balón y con toda la rabia posible lo lanzó lejos acompañado de un grito que suponía el punto y final a tanto esfuerzo. Acto seguido, euforia vasca que compartieron también el resto de aficionados Los azulgrana abandonaban la pista cabizbajos, sin poder creer el batacazo que les había asestado el Bilbao, primer semifinalista de la Copa.