El Básquet Coruña no se cansa de hacer historia. Sale de un partido y ya piensa en el otro. Victoria tras victoria. Esfuerzo sin descanso. Un trabajo en equipo que tiene su recompensa. Ayer el sueño del conjunto coruñés se prolongó de tal manera que ya puede sentirse cerca de la final, aunque mañana habrá un importante match-ball en el Palacio. El triunfo de los naranja ante el Melilla (82-71) maravilla a los aficionados y mete miedo al rival. Este Leyma aún tiene mucho que decir.

El inicio fue mejor de lo que Tito Díaz pudo haber imaginado los días previos. Su equipo salió enganchado, con Olmos un poco frío pero con Creus asumiendo el rol de líder. Anotó dos triples casi consecutivos y levantó a un Palacio muy entregado y con ganas de fiesta. Por el Melilla, Zengotitabengoa era el peligro en ataque. Le costó al conjunto visitante superar una defensa bien elaborada, pero el exnaranja se atrevió desde lejos y acertó. También Ángel Hernández entró en acción desde la línea de 6.75, llevando al Leyma a ganar de siete (22-15).

El Melilla no acababa de sentirse cómodo, los kilómetros le pesaban como una losa. En el segundo cuarto, fue encontrando huecos que lo motivaron para buscar la reacción necesaria. Había partido. Lo avisó con un parcial de 3-11. A Zengotitabengoa se le sumaron Suka-Umu y Pablo Almazán. Los tres conocen bien el Palacio de su época en el Básquet Coruña, así que fueron los encargados de llevar el timón.

Los coruñeses, empeñados en no perder el control, se cargaron de faltas absurdas y permitieron a su rival recortar distancias desde la línea de tiros libres. Así fue como llegó el empate (33-33). Pablo Almazán fue el autor de la canasta que volvió a poner el contador a cero. Convencido de que no podía perder todo lo trabajado hasta el momento, el Leyma se reforzó en defensa e incluso dominó el rebote en esta primera parte -capturó 20 por los 17 de su rival, y en los totales fueron 35-28-. Un triple de Zyle y un coast-to-coast de Peña, que acabó asistiendo a Monaghan, permitieron a los locales irse al descanso con dos puntos de ventaja (38-36). Creus es uno de esos jugadores que aparece cuando más lo necesitas. Salió como una moto de los vestuarios, metió un triple y puso cabeza sobre el parqué. Pero el Melilla no se quedó con los brazos cruzados. Todo lo contrario. Remó y remó hasta otear la orilla. Se ayudó de Franch, que anotó dos triples vitales. Aunque fue el Básquet Coruña el que estuvo más cerca de hacer una brecha importante. Burjanadze y Zyle llevaron el marcador hasta un 51-45 que se esfumó como por arte de magia por culpa del base melillense y de Edu Gatell.

Para afrontar los últimos diez minutos, solo un punto de ventaja (51-50) y demasiada tensión. Aunque esta no se reflejó en el juego de los chicos de Tito Díaz. Mantuvieron la calma y encontraron el premio. Enseñó el camino Stelzer desde la línea de 6.75 y desató la locura en el pabellón herculino. Pero no valía desmelenarse, no iba a ser tan sencillo mantenerlo. Avisaron Sonseca y Suka-Umu pero la pesadilla naranja fue Franch. Le entraba todo. Vapuleaba en segundos la ventaja local. A tres puntos (68-65), el que cometiese un error se iría al pozo. No quería el Leyma irse con las manos vacías. Tampoco los aficionados, entregados como si se tratase de una final. El triple de Monaghan fue el chispazo definitivo a solo un minuto para el final. Lo redondeó Burjanadze también desde lejos. Solo quedaba disfrutar. Con el +10, estaba casi todo hecho. El Melilla no se rindió y peleó hasta el bocinazo final (82-71). Si el Básquet Coruña se había ganado el papel de favorito por gozar del factor cancha, ahora con el 2-1 en la eliminatoria tiene el as en la manga. Solo le queda sacarlo.