En su primera oportunidad para sacarse el billete para la final del ascenso a la ACB, al Básquet Coruña no le salió nada. Negado en ataque y superado en defensa, el conjunto coruñés no fue capaz de hacer frente al Melilla (61-81) para poner fin a la eliminatoria. Deberá esperar para seguir haciendo historia pero esta vez no habrá margen de error. El 2-2 en la serie obliga a coruñeses y melillenses a citarse mañana en el quinto y definitivo partido.

Ambos equipos se empeñaron en dominar desde el inicio. Uno ilusionado por la final y el otro apurando sus opciones de seguir vivo en la eliminatoria. Por este motivo el primer cuarto se dividió en dos partes muy bien diferencias. El Melilla salió a por todo con prisa, sin elaborar demasiado, dejando su suerte a los lanzamientos exteriores. Y le salió cara. Manzano anotó dos triples y el Leyma se impacientó de tal manera que cometió errores absurdos y se estancó en los cuatro puntos, mientras su rival ya acumulaba doce.

Ahí se produjo un punto de inflexión y le tocó al Básquet Coruña dar su pequeño golpe sobre la mesa con un parcial de 11-3 que inició Stelzer desde la línea de 6.75. Se unió en ataque Beqa Burjanadze, aunque su muñeca no acababa de funcionar a la perfección. El desacierto de los locales motivó al Melilla, consciente de que si no metía una marcha más se iría a casa con las manos vacías. Franch volvió a ser la pesadilla de los naranjas, aunque no fue el único. Suka-Umu y Zengotitabengoa también participaron en el doloroso 3-9.

Con diez puntos por debajo (33-43), Tito Díaz vio necesario meter en pista a Jesús Castro. Experiencia para lidiar con la presión. Aunque algo tocado, el capitán trató de transmitir un poco de calma y recordar que una buena defensa les facilitaría el ataque. Apenas tuvo tiempo y al Leyma le costó entenderlo. Falló en el rebote, se lió con las pérdidas y dejó algunos huecos que le hicieron ir a remolque los últimos 20 minutos. Estaba a un paso de alejarse tanto que solo un milagro le salvaría. Olmos y el ala pívot georgiano estaban convencidos de poder recortar distancias, así que se emplearon a fondo.

Sin embargo, el Melilla no sacó el pie del acelerador. Quería sellar cuanto antes el billete al quinto partido, así que evitó desconectarse. Edwards, Franch, Manzano, Gatell... Todos llegaban al aro y todos anotaban. Era su día.

Mientras, Tito Díaz se desesperaba desde el banquillo. Dando órdenes continuamente, buscaba una reacción de sus chicos. Ellos se esforzaban y trabajaban, pero parecía que la pelota no quería entrar. El casancio mermó en exceso a los locales.

Para que la brecha fuese mayor, un triple de Suka-Umu (47-65). El choque estaba casi sentenciado, pero aún quedaban por delante diez minuto y la posibilidad casi remota de una victoria heroica. Pero no. Le toca esperar al Básquet Coruña. El camino hacia la final se hace más largo, más duro, pero no imposible. El Melilla habló alto y claro: aún hay eliminatoria. Siguió engrosando su cuenta particular en el marcador, aunque con Sonseca y Gatell en alerta pues acumulaban ya cuatro faltas cada uno. Pero ni eso animaba a los naranjas, negadísimos en ataque. Solo tres puntos en cinco minutos. Lo nunca visto este curso.

Con un Melilla que ganaba ya de 22 puntos (54-76), el Leyma solo intentaba maquillar el resultado y dejarlo todo en la pista, en muestra de agradecimiento a los aficionados. Aún así, era necesario reservar algunas fuerzas para lo que está por venir. El quinto y definitivo partido de la eliminatoria. Mañana, Melilla acogerá la final. Desaprovechado el primer match-ball, al Básquet Coruña solo le queda hacer su mejor baloncesto para ser finalista. Solo un día para descansar, viajar y ordenar ideas que le lleven a derrotar al gigante melillense.