El Básquet Coruña pierde a uno de sus pilares. Jesús Castro no solo se quita la camiseta naranja sino que dice adiós al baloncesto. El ferrolano, nacido en Eibar (1983), pone fin a su trayectoria como profesional tras un año muy complicado en el que se vio lastrado por las lesiones. Pasó por quirófano el pasado mes de octubre a causa de una dolencia en el menisco de su rodilla izquierda. Desde entonces no volvió a ser el mismo. Sufrió recaídas y apenas pudo disputar minutos en el play off de ascenso a la ACB, en el que su participación hubiese sido clave.

Las dos temporadas anteriores convirtieron a Castro en el faro del Leyma. Su experiencia -debutó en ACB en el curso 2002-03 con el Granada- equilibró al conjunto de Tito Díaz, quién siempre confío en el escolta. Se esperaba un buen año del ferrolano, que hizo una pretemporada impresionante. Lo confesó el presidente de la entidad herculina, Juan Carlos Fernández, que veía a Jesús como "el mejor jugador" de la plantilla. Su baja, por tanto, cayó en el club como una losa. Nadie fue capaz de sustituirlo.

Formado en las categorías inferiores del San Rosendo Ferrol y posteriormente en el Peleteiro Santiago, el escolta defendió los escudos de Granada, Carteia, Atapuerca, Maristas de Palencia, Almería, Villa de los Barrios y Melilla para finalmente llegar al Básquet Coruña.

"Vengo a ayudar a que el equipo siga creciendo" fueron sus primeras palabras una vez se confirmó que vestiría de naranja. Animado por jugar cerca de su casa, Castro se comprometió desde el minuto uno. Tito Díaz, que también se estrenó en el Palacio en el 2013, vio en el escolta al nuevo líder. Tanto fue así, que se convirtió en el jugador con más tiempo sobre la pista con una media de más de 29 minutos por partido. En su estreno, se colgó el cartel de MVP.

Renovó y siguió cargándose el equipo a su espalda. Junto con el otro capitán, Ángel Hernández, ayudó a jóvenes y extranjeros a adaptarse a la LEB Oro y también a la ciudad. El final, quizá, no es el esperado. Se retira en su casa, pero lo hace después de un año muy difícil en el que las lesiones le impidieron llegar a su mejor versión. Se recuperó de la operación de rodilla, pero los altibajos fueron una constante durante los últimos meses. Tito Díaz esperaba recuperarlo para el play off, sería su mejor fichaje. Y salió cruz. Jugó contra Breogán pero ante Melilla apenas disputó seis minutos. Una despedida amarga, pero aún así sale por la puerta grande. Ha sido un capitán de los pies a la cabeza y se ha ganado a una afición que ha disfrutado al máximo con sus jugadas. No solo el Leyma pierde a Castro, también el baloncesto.