Lucas Vázquez (Curtis, 1991) debutó ayer en partido oficial con la selección. Fue un estreno amargo, marcado por la eliminación de España ante Italia que representa el fin de un ciclo que ya se intuía después de la debacle de hace dos años en el Mundial de Brasil. En jóvenes como el jugador coruñés del Madrid reside sin embargo el futuro de la roja. En él y en otros como Thiago o Koke, infrautilizados por Vicente del Bosque en un torneo en el que quizá se imponía una transición mayor de la que finalmente se produjo.

La única oportunidad para Lucas, que se estrenó en la convocatoria previa a la Eurocopa gracias a su gran final de temporada con el Madrid, llegó ayer frente a Italia, cuando España necesitaba levantar el tanto inicial de Chiellini. Fueron 20 minutos en los que trató de ponerle un ritmo mayor al conjunto de Del Bosque, plomizo como nunca ante un rival seguro y al que apenas se inquietaba. A partir de entonces llegaron los mejores momentos de España, que encontró por el costado derecho la manera de cuestionar el dominio de los italianos.

Siempre que pudo, el coruñés encaró y trató de emparejarse con los defensas para desequilibrar. Fue en ese momento cuando comenzaron a llegar las ocasiones que le habían faltado en la hora anterior a la selección. Acabó convertido en el jugador más destacado, pero al mismo tiempo penalizado por la temprana eliminación de un equipo que ahora afrontará una profunda reconstrucción apoyado en futbolistas como él.

En su caso dependerá en gran medida del papel que tenga en el Madrid, donde siempre parte por detrás de la innumerable nómina de estrellas blancas. Este curso fue así hasta los últimos meses, a pesar de que Rafa Benítez insistió en verano para que el club lo repescara del Espanyol. Apenas tuvo protagonismo, lastrado por el titubeante inicio de campaña de los blancos y no parecía que lo fuera a tener tras la destitución de su principal valedor.

Fue con Zidane, sin embargo, cuando explotó y confirmó las cualidades que adivinó el Ural cuando lo incorporó a sus categorías inferiores desde el equipo de su localidad natal y más tarde el Madrid. El coruñés fue determinante en el último tramo de la temporada, lo que le permitió a los blancos pelear por la Liga hasta la última jornada y lograr su undécima Copa de Europa. En la final de Milán contra el Atlético fue protagonista al anotar el primero de los goles de la tanda de penaltis, un lanzamiento reservado habitualmente a los especialistas. El desparpajo y el atrevimiento que demostró entonces fue lo que le valió para hacerse un hueco en el Madrid por delante incluso de James Rodríguez y lo que le valió un billete para la Eurocopa.

Su estreno, aunque amargo, representa otro hito en la carrera del joven coruñés, que este año se ha consagrado con la personalidad que demostró ayer por la tarde en el estadio de Saint Denis en los octavos frente a Italia.