No es un gran goleador, no se prodiga tampoco en asistencias ni hace virguerías con la bola. Pero es un jugador imprescindible allá por donde va. El trabajo que realiza partido a partido pocas veces tiene visibilidad, pero de vez en cuando se convierte en tangible y se erige en protagonista. Joan Grasas volvió al Liceo sin hacer ruido. Por su perfil de último defensa, no suele ser protagonista. Que marque un gol puede ser raro, pero que haga dos en un partido lo eleva a categoría de inesperado. Justo premio al veterano paciente. Sus dos goles ayer contra el Vilafranca sirvieron para desatascar un partido que no estaba siendo nada fácil y lanzar a los verdiblancos hacia una victoria que les permite recuperar el subcampeonato y recortar dos puntos al Barça (se queda a seis), que empató con el Reus.

El triunfo liceísta fue al final más tranquilo de lo que podía parecer tras el 1-1 y el 2-1 al descanso. Ya pasó contra el Alcoy, al conjunto de Carlos Gil le cuesta atacar la defensa en rombo. Para eso, nada más eficiente que los disparos de Grasas. Ya era un recurso frecuente en el Cerceda. Y al Liceo también le funcionó. Abrió la lata y allanó el camino con el tercero, anotado desde media pista. El partido se había complicado cuando parecía que no había oposición. Estaban los verdiblancos en superioridad por la azul a Galán. No solo acertaron la directa sino que fueron pillados a la contra, una vez más en lo que va de temporada, para el 1-1 de Marc Vázquez.

La historia tuvo ayer final feliz. Primero gracias a la inspiración de Ton Pérez, que nunca deja de correr. El asturiano también marcó dos goles, el segundo y el cuarto. Y David Torres cerró el triunfo. La pegada fue vital. No la tuvo el Vilafranca porque Xavi Malián tampoco le dejó con su catálogo interminable de paradas. Una victoria para coger carrerilla de cara a lo que viene: Reus (el sábado), Vic y Barça y doble duelo europeo contra el Oliveirense.