Era casi un todo o nada para el Liceo en su encuentro con el Vic. Y el empate de ayer deja la sensación del vaso medio lleno o medio vacío. No se perdió, que hubiese significado decir adiós a la liga, y se sumó un punto, que siempre es positivo. Pero no se ganó y con ello se desaprovechó una oportunidad de reengancharse a la cabeza de la tabla, en la que el Barcelona se vuelve a marchar de ocho puntos. A tres sigue del Vic y el Reus le adelanta, ahora un punto por encima. Así cierra el 2016 el conjunto verdiblanco, a la espera de jugar el duelo contra el Barça a la vuelta de las vacaciones. Se llevarán deberes para casa.

El guión contra el Vic se cumplió a rajatabla. Ellos cedieron la bola al Liceo para salir a la contra. Son el equipo que mejor aprovecha los errores del contrario en beneficio propio, como si estos lo alimentasen y diesen energía. Pero los verdiblancos tampoco se sienten incómodos llevando el protagonismo, menos ante su público, si bien este ayer prácticamente lucía por su ausencia. Cuando empezó el partido, apenas se cubrían un par de asientos del Palacio de los Deportes de Riazor. La hora inusual y el día laborable no ayudaron, aunque poco a poco la entrada fue mejorando y las gradas mostraron una cara más aceptable para lo que un partido de este calibre requería, aunque muchos eran los niños del Básquet Coruña, preparados para el encuentro de baloncesto de horas después y para hacer la foto de familia.

El ambiente, por tanto, de inicio, era frío. Y los equipos también lo estuvieron, tanteándose. El Liceo tenía la iniciativa, pero no quería arriesgarse de más y ser pillado a la contra. Era fundamental que el Vic no se adelantara, porque entonces se cerraría atrás y sería todavía más complicado intentar franquear la ordenada defensa rojiblanca. Malián tuvo que calentar a la fuerza, obligado a esmerarse para evitar el gol visitante. Es un espectáculo verle parar. Utiliza cualquier parte de su cuerpo, hábil como pocos en una posición tan complicada como la que adoptan los porteros de hockey sobre patines y con unos reflejos casi animales.

Desplegó unas cuantas de esas para mantener el 0-0 mientras sus compañeros se afanaban por marcar. Toni Pérez era el más activo, también César Carballeira con disparos poderosos desde la frontal del área. Lo intentó también Marc Coy cuando entró en pista. Y lo encontró Carlo di Benedetto, muy atento para rebañar un tiro de David Torres. Estaba hecho lo más difícil. Y el gol hacía justicia. Pero en solo dos minutos el Vic hizo de las suyas. Dos goles marca de la casa. Primero de Jordi Burgaya, en el área, también aprovechando la incertidumbre para meter el stick y batir a Malián. Después en una contra poderosa en la que en un abrir y cerrar de ojos se plantaron frente a la meta para que Presas, que había ganado la espalda a la defensa verdiblanca, pusiera por delante a los catalanes antes de que llegara el descanso. Con un poco de mala suerte para el Liceo ya que Di Benedetto se estrelló contra el palo después del 1-1, lo mismo que Josep Lamas tras el 1-2.

Se desquitó el capitán coruñés con un gran gol nada más comenzar el segundo acto. Lo celebró con rabia. Era el empate y quedaba mucho tiempo para buscar la victoria. Se dio paso a unos minutos en los que nadie quería fallar. El empate valía, la derrota no, sobre todo a los de casa. Pese a su situación más delicada, fueron los que más ofrecieron. Sin importarles morir en el intento. Malián salvó la ocasión más clara del Vic, que llegó a bola parada. Burgaya se lió con los recortes y el meta liceísta se le echó encima. Tampoco acertó Josep Lamas su falta directa. Mientras los minutos se consumían rápidamente hasta la bocina, la portería de Camps se convirtió en una diana. Pero nadie apuntó al centro.