Casi sin querer. Sin desmerecer al Lleida, que ayer calificaba de histórica su victoria en A Coruña, el Liceo tiene un problema cuando un rival es capaz de llevarse un partido con tan poco. Dominaron los verdiblancos. Incluso asediaron. Pero los catalanes se aprovecharon de su debilidad atrás para empatar. Y después tuvieron suerte con dos disparos lejanos, aparentemente sin peligro, prácticamente a la desesperada, que se le colaron a un Xavi Malián que perdió parte de sus poderes estorbado por un rival. Pese a todo, la culpa no la tuvo esta vez la defensa. Porque el conjunto dirigido por Carlos Gil no fue capaz de convertir en gol las múltiples ocasiones de las que dispuso. Le falló siempre el último remate.

Toni Pérez quemó pronto su pólvora. Ante la ausencia de Josep Lamas, sancionado por acumulación de tarjetas, llevaba el brazalete de capitán. Lo estrenó con gol, el primero. Pero entonces se acabó su fortuna y por ende, la del Liceo. No porque le faltara voluntariedad. David Torres, de hecho, se las vio con el palo. Los verdiblancos eran superiores, pero fallaron una y otra vez. Malián aguantó el resultado. Frenó a Andreu Tomás en un penalti. Pero nada pudo hacer ante la buena combinación del Lleida que culminó Darío Giménez.

Con el 1-1 se llegó al descanso. Una sensación de que a los coruñeses les quedaban 25 minutos para arreglar el empate. Salieron en tromba. Tuvieron dos seguidas en las que, como en anterioridad, hicieron todo bien salvo conectar el último remate. En esas, el Lleida se fue en el marcador en solo dos minutos. Con dos jugadas que parecían una repetición la una de la otra. Disparo de Andreu Tomás. Malián tiene la visibilidad reducida por la presencia de un delantero en el área. Y la bola entra. Eso en el minuto 29. En el 31, más de lo mismo, aunque con un rechace incluido.

El Liceo no se rindió. Intentó mover la bola con rapidez, pero las imprecisiones en los pases desbarataban todos sus intentos de recortar diferencias en el marcador. Ante la falta de gol, agotó todas sus posibilidades, intentándolo con distintas técnicas, como el disparo lejano, pero César Carballeira tenía desviada la puntería. O puntear tiros, aunque a Toni Pérez se le fue desviado. Y a la contra, de nuevo con Carballeira como protagonista y también poco acertado. Fue Carlo di Benedetto el que dio vida con una gran jugada persona. Robo, pegada arriba y disparo. Tuvo otras, que se marcharon por centímetros. Se agotaban los minutos, y la paciencia. El Liceo lo protestaba todo y tuvo su última opción de penalti que Marc Coy falló. Próxima parada, el martes en Voltregá, que le ganó al Barça y le iguala a 33 puntos en la cuarta posición.