Preguntarse si el Liceo ha llegado al final de un ciclo es casi una obviedad. La salida de Jordi Bargalló la temporada pasada ya supuso un cambio de rumbo. Pero las posibles marchas de otros dos pilares como el entrenador Carlos Gil y el jugador Toni Pérez serían la constatación definitiva. A falta de que termine una temporada en la que los verdiblancos empezaron ganando la Supercopa de EspañaSupercopa de España pero en la que se han ido desinflando hasta llegar al final sin nada en juego, la incierta situación del club, a nivel deportivo y económico, hace pensar que es necesaria una regeneración todavía más profunda.

► Banquillo. Carlos Gil lo ha sido todo en el Liceo. No se puede entender la historia verdiblanca sin él, no tendría sentido. 27 temporadas (siete como jugador y veinte como entrenador). 20 títulos. Inapelable. Pero sí que hay sectores del club que creen que su etapa se ha acabado. O más que eso, que se necesita alguien que llegue con las fuerzas renovadas para contagiárselas a un equipo que en ciertas partes de la temporada ha demostrado incluso apatía. El que más suena es Juan Copa. Porque ya conoce la casa. Salvó al Liceo cuando Paco González lo dejó medio desahuciado en la temporada 05-06, estuvo al lado de José Querido y se fue al filial, al que ascendió a la OK Liga. Después su etapa en el Cerceda confirmó su capacidad para exprimir el máximo de posibilidades a equipos sobre el papel más limitados, clasificando a los rojiblancos dos temporadas seguidas para la Copa del Rey y la CERS.

Plantilla. Henrique Magalhães, cedido por una temporada, volverá a su equipo, el Sporting de Portugal, pero no lo hará solo. Se llevará con él a Toni Pérez. El delantero asturiano ha recibido una suculenta oferta que le hará cambiar de aires después de ocho años en la familia liceísta repartidos en dos etapas. La marcha del de Oviedo no es una cualquiera. No solo se va un jugador que lo da todo sobre la pista, un activo valioso en el juego, sino un entrenador implicadísimo con las categorías inferiores y el equipo femenino. Un perfil que escasea.

Refuerzos. El resto de la plantilla tiene contrato en vigor y seguirían en el equipo, con la duda de Marc Coy. Para suplir esas dos bajas, también se complican las opciones. Una sería el regreso de Eduard Lamas, que no estaba disfrutando de la confianza de Ricard Muñoz en el Barcelona después de quedarse en blanco la temporada pasada, la de su debut con la camiseta azulgrana, por culpa de una grave lesión. La decisión del entrenador, sin embargo, de dejar el club le hizo replantearse su situación. Pero encima le ha llegado un oferta del Benfica que probablemente también le haga viajar destino a Portugal. La falta de recursos en el Liceo limita sus opciones para reforzarse. Los veteranos Joan Grasas y Martín Payero completaron la plantilla este año. Si ambos continúan solo faltaría uno. Las posibilidades son optar por jugadores locales o por otros más desconocidos y jóvenes, pero con potencial.

Cantera. Imposible hacer más con menos. El Liceo clasificó a cuatro equipos para los sectores, aunque solo el juvenil pasó al Campeonato de España. Además, el sénior fue campeón gallego y se clasificó para la fase de ascenso. Pero el principal problema de la base es uno: la falta de entrenadores, lo que se agravará con la ausencia de Toni Pérez. Un problema que se puso de manifiesto hace unas semanas. Jugaba el equipo de OK Liga, con Josep Lamas y Toni Pérez, y el de OK Liga femenina con Stanis. Los tres se reparten buena parte de los equipos de cantera. Así que no había nadie disponible para ir con los sénior a Santander a jugarse una plaza en Primera. En el banquillo se sentó Eduardo Lamas. Sí, el presidente.

Situación institucional. Que no hay dinero también es una obviedad. Una carencia de la que adolecen todos los clubes en un momento muy complicado para el deporte. Se van poniendo parches aquí y allá, con una política errática para todo aquello que no concierne al primer equipo. La máxima ha sido salvarlo por encima de todas las cosas, arrasando con todo por el camino. Con la posible pérdida de potencial deportivo y el ahogo económico, ¿está el Liceo ante un cambio de ciclo? ¿Hay que pararse, frenarse en seco, tomarse unas temporadas de reconstrucción y levantar de abajo a arriba un proyecto nuevo?