El Liceo escribió el final feliz de su historia con la permanencia en la OK Liga femenina. Se lo merecía. Nunca había estado en puestos de descenso en toda la temporada, pero se plantó en la última jornada con esa amenaza en los talones. Una derrota le condenaba y todo lo que fuera sumar ayer ante el Mataró valía su peso en oro. Era la hora de recordar todo el camino andado. De que las jugadoras confiaran en sí mismas. De que dejaran los nervios a un lado y sacaran todo su carácter. Y era el momento de que la afición acudiera, como hizo, en masa a apoyarlas. El partido ya era una fiesta antes de que empezara y terminó por todo lo alto. Los goles de Cata Flores y María Sanjurjo escenificaron lo que las verdiblancas habían demostrado todo el año. Desde la primera hasta la última. Que son de la elite. Que por méritos propios se han ganado el respeto del hockey nacional. Y que se han ganado el derecho a soñar.

No es fácil llegar, pero menos es mantenerse. Otros proyectos no lo consiguieron. El del Liceo, formado por la mejor generación de jugadoras gallegas de la historia, aderezada por la veteranía de algunas de las pioneras y con el refuerzo internacional de Cata Flores, sorprendió desde el inicio por su descaro, por una frescura que aderezó la liga y le dio nuevos aires. Con sus altos y sus bajos, dio la cara en casi todos los partidos e incluso tuvo el premio extra de la clasificación para la Copa de la Reina. Pero faltaba rematar la faena con la permanencia.

El de ayer no fue su mejor partido. Los nervios les jugaron una mala pasada a las coruñesas, sobre todo al final, en el que les costaba un mundo mantener la posesión de la bola. Stanis García buscó un planteamiento más efectivo. Sacrificó la magia de María Sanjurjo, que muchas veces se quedaba como última defensora. Carla Fondegloria y Aina Florenza llevaban el peligro, el Liceo atacaba con cabeza, consciente de que le valía el empate. El Mataró llegaba más, pero Katy Guscin era un seguro de vida. Con este panorama marcó Cata Flores antes del descanso. El 1-0 dio más tranquilidad. Igual que el 2-0 de María Sanjurjo. Uno de sus eslalons llevándose a todas las defensoras tuvo premio final. Qué jugadora. Las verdiblancas se echaron atrás. Los minutos no pasaban. Florenza robó y marcó a la contra. Los nervios y el sufrimiento se hicieron más evidentes. Había que echar el resto y si algo tiene este equipo es corazón. Verdiblanco. Y de OK Liga.