El último joven prodigio de los banquillos es coruñés y se llama Rubén de la Barrera. A sus 32 años acaba de ascender a la Cultural Leonesa a Segunda, al fútbol profesional, y acapara miradas por su juventud, por sus conquistas y por lo atractivo que es el fútbol que propone. De Elviña, está llamado a altas cotas en los banquillos.

-Hay que tener las ideas claras para dejar el fútbol con 19 años y lanzarse a ser técnico, ¿no?

-Pues sí. Esta profesión siempre es vocacional, pero mi caso ya es raro. El banquillo siempre me llamó la atención y en mis últimos meses como jugador (se retiró en el Ural) ya pensaba más en lo otro. Siempre me generaba inquietud lo relacionado con el juego. Desde ahí volqué mi tiempo en formarme. Me empapé, viajé y vi fútbol. Cuando el árbitro pitó el final del partido ante el Barça B, se me vinieron a la cabeza toneladas de pensamientos de mis inicios, que parece que fueron ayer, pero han pasado 12 o 13 años.

-¿Ya se recuperó de la celebración por el ascenso?

-Fue menos de lo que pensaba (se ríe). La alegría es consecuencia de un proyecto espectacular. Ganamos el campeonato, ascendimos ante el Barça B, que le da más valor, y jugamos la Copa ante el Madrid. Ni imaginándolo. Estoy contento por la plantilla y por León, que llevaba muchos años sin pisar fútbol profesional.

-¿Alguna felicitación llegada de A Coruña?

-De mi gente, de mis amigos. Pero hubo muchas más, de muchos sitios. Me gustó la de Roberto Olabe, que fue la primera persona que me llamó en su día en nombre de Aspire Academy (empresa gubernamental qatarí dueña de la Cultural Leonesa). Me citaron en Doha, donde me reuní con el director general, Iván Bravo, y a partir de ahí nació esto.

-Empezó a ver entonces la seriedad de la propuesta, ¿no?

-Me di cuenta de que al que realmente querían era a Rubén de la Barrera. Es un proyecto de personas y se demostró desde el primer día, construimos una familia.

-Llega a Segunda, pero ha ido paso a paso. ¿Sabe mejor?

-Yo he podido estar prácticamente en la totalidad de categorías del fútbol base. Mi último lugar como entrenador en A Coruña fue el Montañeros y de ahí me surge la ocasión de irme dos años a Zamora, a Tercera. Y luego Guijuelo, Valladolid y ahora León. Han pasado muchas cosas y todas buenas, y a una edad temprana, algo que no suele ser habitual. Estoy agradecido por las oportunidades que me dieron de trabajar y de formarme.

-Se fue de su tierra con 24 años. ¿Fue duro?

-Cuando tengo un día o un día y medio liberado de mis obligaciones, me escapo a A Coruña. Me considero ciudadano del mundo, pero es verdad que siento la ciudad como mía, eso es una obviedad.

-¿Por qué su camino no se ha cruzado con el del Dépor?

-Tengo una historia curiosa. Participé como jugador del Dépor en el torneo de Brunete, pero entonces solo tenían en la base al Fabril y al juvenil y me tocó hacer carrera lejos de su estructura. Cuando se constituyen, ya era tarde para mí. Conozco a la gente del club y lo siento como el equipo de mi ciudad. Estoy agradecido a los que me dieron oportunidades y si algún día aparece el Dépor, lo valoraré.

-Vivió como niño la era dorada, ¿qué recuerdos tiene?

-Era una gozada ir a Riazor. Cada equipo grande que venía, caía. Juve, United, Milan... Ahora el Dépor está en otro momento y, aunque los tiempos son diferentes, ojalá se le dé otro impulso por la gente que forma parte del club, que vuelva a ser el referente que fue en el fútbol nacional e internacional. No tengo duda de que será así.

-¿A aquellos conjuntos ya los veía con ojos de técnico?

-No, era muy niño, disfrutaba de los jugadores, de Mauro, Bebeto, Fran o Djukic, pero el recuerdo que tengo es imborrable.

-Sus equipos tienen una fuerte apuesta por el fútbol de posesión. ¿Está de acuerdo?

-Sí, pero todos necesitan también exprimir todas las posibilidades del juego, deben ser adaptables. Eso sí, mi ideal es un conjunto dominador, que somete, que juega en campo contrario, que genera ocasiones de gol, que evita situaciones de contraataque, pero también que sea organizado, que sin balón no sufra, que sea competitivo y presionante y que sepa esperar en espacios retrasados. Defiendo a aquellos equipos que saben hacer de todo.

-Dicen que es guardiolista...

-Pueden decirlo porque fuimos dominadores contra todos los rivales. Nos cedían la pelota y los espacios y te obligaban a construir, por ahí viene dado. Pero la Cultural ante el Barça B destacó en las contras, a balón parado y por su seguridad defensiva. Si solo te agarras a una cosa, no vas a a ser competitivo.