Despidiendo los nervios, apretando los puños al final, Garbiñe Muguruza se convirtió ayer en la segunda española en lograr el título en Wimbledon al derrotar en la final a la estadounidense Venus Williams, por 7-5 y 6-0 en una hora y 17 minutos, en una gran exhibición final de poderío, y sumar así el segundo título del Grand Slam de su carrera.

El rey Juan Carlos presenció en la primera fila del palco real el histórico triunfo de Garbiñe en la central de Wimbledon, donde la española se impuso para hacerse con su segundo major, tras el logrado en Roland Garros el año pasado cuando venció a Serena Williams en la final. Un triunfo que le devolverá al quinto puesto mundial.

Hace 23 años, Conchita Martínez, entrenadora de Garbiñe en este torneo, derrotó en la final a la estadounidense Martina Navratilova, como Venus de 37 años entonces, para ser la primera española en triunfar en el grande londinense.

Precisamente Serena había pronosticado que Garbiñe ganaría el título alguna vez, cuando en la ceremonia de entrega hace dos años deseó la mejor de las suertes a la española.

Serena, ausente este año por su embarazo, jamás hubiera pensado que sus palabras se harían realidad ante su hermana Venus, y que la mayor de la saga no pudiera ganar el sexto título en Wimbledon precisamente contra Garbi.

El partido se tuvo que disputar con el techo de la central cerrado, debido a una persistente lluvia que comenzó a caer en Londres desde primeras horas de la mañana. Eso hacía que el saque de la americana, que se plantó en la final con 28 directos, cobrara más eficacia aún.

Garbiñe salió nerviosa. Sobre todo porque Venus hizo un ace en el primer punto y ella una doble falta. Era la tensión típica de una gran final. Su premisa era no dejar bolas cortas a mitad de pista, aguantar y contener las embestidas de Venus, algo que nadie en las dos últimas semanas había podido hacer.

Muguruza estaba fallona, su derecha se iba fuera de los límites y Venus, sin hacer nada extraordinario, llevaba el control del partido hacia donde ella quería. Venus, a los 18 minutos, dio el primer zarpazo cuando dispuso de su primera bola de rotura, pero Garbi la salvó con aplomo.

A continuación fue la española la que asestó el primer mazazo y estuvo a punto de romper después, en un juego en el que Venus cometió tres dobles faltas, pero Muguruza tampoco acertó.

El drama para Garbiñe es que no encontraba la fórmula para romperla y encima tuvo que afrontar dos puntos de set en el décimo juego, que salvó con una calma solo propia de las campeonas.

Y después llegó el espectáculo, la exhibición de Muguruza. Su éxtasis, porque no solo rompió el servicio por fin de Venus (6-5) sino que apartó los nervios, serenó su ánimo y empezó a mandar en la pista como a ella le gusta.

Garbiñe comenzó a distribuir, a repartir sus golpes en abanico, a restar a los pies y a mandar. Venus no se lo podría creer. La aspirante no solo controlaba el partido, sino que además se crecía con cada punto que ganaba.

Y así Garbiñe rompió tres veces consecutivas el saque de su rival. Sin ceder el suyo, sin contemplaciones, dictando el juego en la central como si hubiera jugado allí toda su vida. Mostrando la calma necesaria, que quizás le faltó hace dos años contra Serena, para ganar ocho juegos consecutivos, algo que nadie podía creer.

El final fue de infarto porque Garbiñe, con tres bolas de partido, reclamó el ojo de halcón dos veces. Falló en la primera, que se tuvo que repetir, pero acertó en la segunda. Su triunfo estaba sellado y ella, como predijo hace unos días, colocó un nombre español, por fin, en el territorio de las Williams.

Los Grandes la motivan

"Hice lo que pude. En cada partido estaba nerviosa y ahí creo que cuando salgo a una pista grande me siento bien, siento que es donde quiero estar, para lo que entreno y para lo que juego bien. Salir a la Central y sacar el mejor tenis es lo que me motiva", indicó.

La hispano-venezolana mostró su sonrisa en rueda de prensa tras ganar por primera vez el Abierto inglés, en la que era su segunda final tras la perdida en 2015 ante Serena Williams. "Yo perdí esa final, me quedé cerca, y no quería perder esta vez porque sé la diferencia entre hacer una final y ahora ganar", afirmó.

"Ha sido increíble. Siempre miraba ese muro y veía los nombres y la historia", añadió, viendo su nombre junto con los del resto de campeonas. Muguruza saltó a la Central del All England Club dispuesta a sacar su mejor tenis en la Catedral y bordó el primer set y arrasó en el segundo (7-5, 6-0) para tumbar a su prestigiosa rival.

"Cuando supe que tendría a Venus en la final estaba deseando que llegara. Como me pasó en Roland Garros con Serena, eso es una final. Una final de Wimbledon ante Serena y Venus, ella ha ganado cinco veces. Sabe cómo jugar y para mí es un desafío. Yo la he visto jugar desde pequeña y es increíble".