La historia de Álvaro Morata con el Real Madrid tenía un final anunciado. La trayectoria del delantero, unida al conjunto blanco, estaba destinada a cambiar de aires desde hace mucho tiempo, pero un fino hilo unía a ambas partes hasta que ayer se rompió a lo grande: los 80 millones que ha pagado el Chelsea tienen la culpa.

Esa cantidad, la más elevada que jamás haya pagado un club por un futbolista español, ha separado definitivamente a Morata del equipo en el que prácticamente se formó. Aunque inició su carrera en los infantiles del Atlético de Madrid y en los cadetes del Getafe, en la temporada 2008-2009 dio el salto a la cantera madridista.

Desde los 15 años luchó por llegar al primer equipo del Real Madrid y, lo que es más difícil, intentó asentarse. Y más en un puesto como el suyo, el de delantero, en el que clubes devoradores de títulos como el blanco casi siempre tienen a figuras internacionales que suelen cerrar el paso a los que llegan desde abajo.

Morata llegó, pero en verdad nunca se quedó. Siempre fue un recambio. Un recambio de lujo, un buen nueve para las segundas partes y un jugador que cuando conseguía entrar en el once titular no terminó de derribar el muro y fue carne de cañón para las cesiones. Y, eso, terminó de cansarle.

El nuevo fichaje del Chelsea regresó al Real Madrid el verano pasado después de firmar dos buenas temporadas en el Juventus a las órdenes del técnico Antonio Conte. Consiguió buenos números. En el curso 2014-15, marcó 15 goles en 46 partidos oficiales. En su siguiente campaña en el club italiano, hizo 12 en 47 duelos.

Con Cristiano Ronaldo, Karim Benzema y Gareth Bale como tridente atacante casi siempre por decreto ley salvo lesión o sanción de alguno de los tres, Morata volvió al Real Madrid con la intención de hacerse con un hueco entre los once elegidos de Zinedine Zidane.

En su anterior etapa en el Real Madrid, apenas fue titular en 13 partidos a lo largo de dos campañas. Por eso se marchó al Juventus, para hacerse jugador de verdad con minutos en una gran Liga. Lo consiguió y volvió, pero, de nuevo, volvió a ser carne de banquillo.

Zidane le dio minutos. En total, participó en 43 y marcó 20 goles. Fue el segundo máximo anotador de la plantilla sólo por detrás de Cristiano Ronaldo. Pero sufrió otro dato desalentador: apenas fue titular en 19 ocasiones.