El Maristas y Rubén Vázquez vuelven a cruzar sus caminos. El que fuera entrenador del equipo durante cuatro temporadas regresa a su club para dirigir al conjunto de Primera Nacional femenina tras un curso intensivo de tres años como segundo de Antonio Pérez en el Clavijo de LEB Oro. "Vuelvo con muchas ganas e ilusión", dice el técnico. "Tuve la suerte de tener otras ofertas. No sé si eran o no mejores en el global, pero la de Maristas era la que más me llenaba. Fue una decisión sentimental", añade. "Estoy feliz de volver a casa".

Tampoco se había marchado del todo. "Durante estos tres años he intentado seguir vinculado a través de campus y siempre que podía venía a ver partidos", recuerda. "Maristas ha sido mi club durante 15 años de mi vida. Hay gente que me ha cuidado y dado mucho y en cierta medida, vengo a devolverles todo lo que me han dado", dice. Porque en tres años ha aprendido mucho al lado de Antonio Pérez, su "referente". "No sé si seré un Rubén muy cambiado. Con más años y más arrugas, fijo", bromea. "Con Antonio he aprendido muchísimo, tanto de baloncesto como de gestión de grupos", reconoce.

A nivel deportivo, tanto Román Gómez como Fernando Buendía le han dejado el listón muy alto y no se plantea objetivos. "El club ha crecido con ellos, que hicieron un trabajo excepcional. Pero yo no me marco objetivos. Simplemente hacer las cosas bien porque el resultado será el reflejo del trabajo de cada día", opina. Mantendrá el bloque de jugadoras que lucharon el año pasado por primera vez por el ascenso a Liga Femenina 2. A muchas ya las conoce. "Hay que jugar de la mejor manera posible. Ser un ejemplo e involucrar lo más posible a las niñas de la cantera", concluye Rubén Vázquez.