Tito Ramallo (A Coruña, 1969) estuvo a punto de irse este verano a entrenar a Malasia, pero apostó por seguir en casa y al final fue el elegido por el Cerceda y el Lugo para montar y comandar en tiempo récord un proyecto casi piloto de colaboración entre ambas entidades. Fue el guía de la cantera del Dépor durante una década y ya se sentó en el banquillo como técnico de Europa League y ganó un título en Armenia. Ahora aplica su experiencia en el fútbol profesional y en la formación para llevar, desde el sentido común y el aprovechamiento de los recursos, al Cerceda al liderato el Grupo I de Segunda B. Apunta las claves del proyecto, desgrana dos meses de trabajo frenético y analiza los cambios en la categoría y en los modelos de cantera.

- ¿Por qué su equipo es líder del grupo I de Segunda B?

-Competimos bien, entramos en el campeonato muy desconfiados. Todos teníamos que ir a una idea, no sacarle matices. El orden, la disciplina, el esfuerzo... Tenemos claro lo que somos, pretender ser más de lo que eres es un problema. Fuimos buenos en lo que podemos serlo: orden defensivo, no conceder opciones, ser incómodos, jugar a la contra... A veces tenemos que sacrificar el juego combinativo porque aún no estamos preparados para asumirlo. Y el equipo estuvo entero, a pesar de la primera derrota. No es injusto lo que ha conseguido el Cerceda.

- El proyecto se montó en tiempo récord. ¿Cómo lo convencen?

-Fue rapidísimo. Empezó en una cena un día antes de que se le acabase el plazo al Lugo para echarle una mano al Cerceda. Nuestro primer día fue el 17 de julio y no acabamos porque falta Leo (Adams, un central ruso). Echaba de menos entrenar, pero no quería hacerlo a cualquier precio ni en cualquier sitio. Deseaba quedarme en España y tenía que jugar mis cartas. Tampoco te voy a decir que no quiero llegar a Primera cuanto antes, pero a mí me atraen, sobre todo, los proyectos y acepté este porque es superinteresante arrancarlo, un reto. Llevaba tiempo, desde 2012, sin trabajar en casa y en el fútbol a veces la memoria es muy ligera. Hay gente que se puede olvidar de uno, aunque no me ocurre eso con el deportivismo porque el cariño que recibo es brutal.

- Planificación tardía, jugadores y días contados para la pretemporada, coordinación de dos clubes... ¿Ha sido un máster?

-En estos dos meses de trabajo otra cosa no, pero seguro que me subieron las pulsaciones diarias por el ritmo al que tuvimos que ir para arreglar situaciones. Estresante y emocionante, y además con los resultados que se dieron, no te quiero ni contar. El proyecto traerá beneficios para muchos jóvenes y lo que hay que hacer es solventar este primer obstáculo, que es lo que más se temía, y vamos a ver si al final nos salvamos. Salimos con la idea de sufrir todo el año y estoy listo para los momentos malos, que los habrá. Por ahora, es todo de color de rosa.

- ¿Cuál es la relación que mantienen Cerceda y Lugo?

-Es una comunión total por lo que puedo apreciar y sé. Configuramos la plantilla en total concordancia con la secretaría técnica del Lugo y también controlan los presupuestos. El Cerceda sigue conservando su autonomía institucional, su carácter, pero reforzado en los ámbitos económicos y deportivo. Para mí es la única posibilidad que tendría un equipo como el Cerceda, con sus características, para afrontar la categoría con ciertas garantías. De otra manera, sería complicado.

- ¿Tanto ha cambiado la Segunda B en este tiempo?

-Varían determinados prismas. Los filiales no tienen nada que ver con los de hace diez años. No digo que sea mejor ni peor, es distinto, te puede gustar más o menos. Se busca llevarlos a Segunda. Y el resto ven cómo ha subido terriblemente el nivel competitivo y cada vez quedan menos plazas en Segunda B para equipos de un pueblo pequeño que tenga ilusión. Si hasta están aquí el Elche y el Mallorca.

- ¿Cómo ficharon?

-Se hizo en un periodo de tiempo y en un mercado muy limitados. No es lo mismo ir a un 80% que a un 30. Que nadie olvide que el presupuesto es de los más bajos y sale de lo que genera el Cerceda, aunque tenga una pequeña ayuda del Lugo. El dinero no llueve. Eso sí, tuvimos su soporte para que se sumasen elementos al proyecto apostando por el futuro. Trajimos jóvenes, de 19, 20, 22 o 23, y a lo mejor no vendrían si no estuviesen detrás. Saben que su carrera puede ir por ahí, si lo hacen bien, y eso les atrajo. Estoy contento con lo que pudimos adquirir.

- Si los jugadores están cerca del Lugo, también lo está usted. ¿Cuánto pesó en su decisión?

-Mentiría si no dijese que uno de los elementos que más me llevaron a aceptar el puesto fue la conversación que tuve con la gente del Lugo. Que estén detrás para mí fue un elemento diferenciador.

- Si a usted, que estuvo más de una década en el Fabril, le dicen hace años que los filiales cambiarían tanto, ¿se lo hubiera creído?

-Era otra manera de enfocarlo. Nosotros teníamos un 70-75 % de gallegos, eran más jóvenes o, al menos, no podías tener uno que pasase de determinada edad. Lo que ocurre ahora con el Fabril no es un caso aislado, son todos del mismo corte. ¿Mejor o peor? Distinto, también digo que si en mi época hubiera tenido dos o tres veteranos, habría habido momentos en los que habríamos sufrido menos. Yo creo que cuanto más jóvenes sean los jugadores que tienes en un filial, mucho mejor, pero ahora prima pelear por ir a una categoría superior.

- Hizo debutar a Pablo Insua con 16 años en Segunda B, ahora sería impensable, ¿no?

-Y a Rochela, a Juan Carlos, a Añón, a Luis... Ahora sería difícil. En esa época yo tenía clara la idea y el club también me la marcaba. Había que pelear con ese perfil, era secundario estar en Segunda B o Tercera, porque lo prioritario era sacar futbolistas. Ahora mismo un filial en Segunda representa mucho económicamente e incluso poder porque tienes dos votos en LaLiga.

- ¿Mejor o peor modelo?

-No lo sé, pero será más difícil que salgan futbolistas de tu propia cantera de manera directa. Si quieres tener un equipo arriba, hay que traer de fuera, reforzarlo. Los jóvenes pueden tener más complicado subir del juvenil a Segunda. Puedes decir que hay equipos intermedios, pero lo que se está poniendo son más escalones a quien sale. A lo mejor también hay que marcar las prioridades de los futbolistas que deben promocionar y, a pesar de la edad, meterlos. Y, además, yo creo que para una cantera es más difícil el salto para los jugadores si lo tienes en Segunda que en Segunda B. Aun así, hablamos de supuestos, hay que dar tiempo y luego valorar. En mis once años en el filial cerca de 30 jugadores tocaron el primer equipo en partido oficial.

- ¿Cómo ve al Fabril?

-Mantuvo una estructura fuerte y va a pelear por estar entre los cuatro primeros, que creo que es el objetivo real que tienen. El esfuerzo que han hecho es lo que indica.

- ¿Por qué aún no ha vuelto al Deportivo?

-Por el momento, no coincidimos. Salgo del club en el verano de 2013, seis meses antes de que haya el cambio. Por unas circunstancias que pasan, consideramos todos que es el momento. Me voy con tranquilidad. Luego se producen las variaciones en el consejo y apuestan de manera lógica por gente de su confianza y en su momento nadie me planteó en ese periodo volver ni nada. Pasan esos años con nueva gente que necesita tiempo para plasmar sus ideas, me parece bien y razonable. Tampoco tenía que volver Tito en ese momento. Últimamente ya te metes en la dinámica y sales fuera y, claro, yo no descarto regresar, no hay motivo para no pensarlo. Tengo 48 años y entre una cosa y otra estuve 25 ahí, más de la mitad de mi vida. Fui el capitán del Fabril que subió a Segunda B y metí el primer gol en esa categoría. Estuve cinco años en el filial y luego volví para otros 20 en diferentes labores.