Derrota frente al Alcorcón, pero una de esas en las que se muere de pie. Porque el Liceo, en una montaña rusa de emociones, empezó con ventaja, se dejó remontar y, en vez de venirse abajo, como suele ocurrirle, sacó carácter, jugó sus mejores minutos, apretó y una polémica decisión del árbitro, cuando solo había un gol de diferencia, marcó la recta final del encuentro. Con el 4-5 y las verdiblancas totalmente lanzadas, el colegiado señaló penalti y mostró azul a la portera local, Katy Guscin. Entró la inédita Leticia Fernández, sin calentar, y Oara Bautista cruzó la bola a la escuadra para sentenciar un partido loco que tuvo dos protagonistas, la visitante Piojo Ramón, que marcó cuatro goles, y la local María Sanjurjo, con tres.

La capitana verdiblanca dinamitó el duelo con dos tantos en el minuto dos, el segundo de falta directa, ambos separados por escasos segundos. Incluso pudo haber anotado el tercero en otra de sus internadas marca de la casa. Y es que María Sanjurjo es un espectáculo. Más cuando esta fresca porque según va transcurriendo el partido, va acumulando minutos. Ayer jugó los 25 de la primera parte sin descanso, pero no derrochó esfuerzos tanto en ataque como en labores defensivas, a veces como última jugadora providencial en el corte.

Ayer, entre sus tantos tempraneros y que el árbitro dio comienzo al choque cinco minutos antes de la hora prevista, a muchos les pilló por sorpresa el resultado. Incluso al propio Alcorcón. Los gritos de su entrenador en el tiempo muerto se escuchaban en toda la pista. La arenga surgió efecto. Las madrileñas subieron una marcha, más dinámicas, más duras y efectivas. Y poco a poco se fueron comiendo a las locales. Dolores Cancelas y Piojo Ramón, que remató una contra de manual, igualaron la contienda. Despertó el Liceo. Empezó a recuperar, a no perder la bola con tanta facilidad y a volver a mirar a la portería contraria. Pero fue el Alcorcón el que justo antes de llegar al descanso se llevó de nuevo el premio, otra vez una contra, otra vez Piojo Ramón.

La calidad de la argentina marcó la diferencia. Al inicio de la segunda parte, amplió la ventaja de su equipo. Su némesis, María Sanjurjo, vio azul y ella aprovechó para brillar más. Gol de falta directa y otro más, a los dos minutos, que parecía la sentencia. Fue entonces cuando el Liceo, enrabietado, se vino arriba. Ya no tenía nada que perder. Pudo acortar la desventaja con un penalti que falló María Castelo. La que inició la revolución fue Naiara Vaamonde. Su gol, perfecta definición de un centro de Sanjurjo, encendió la mecha. La bomba era el partido con un árbitro que tardó doce minutos, casi toda la segunda parte, en señalar la décima falta de las visitantes. No aprovechó la directa la capitana, pero sí marcó a continuación. El Liceo estaba encendido y la expulsión de Katy Guscin y sus consecuencias apagaron su conato de remontada.