Pocas un veces un partido que empezaba tan de cara para un equipo acaba siendo la tumba del entrenador que empieza ganando. En esta ocasión, así fue. Al terminar un partido que se puso muy favorable nada más empezar para los intereses pontevedreses, Luisito presentó la dimisión ante la presidenta y los jugadores asumiendo las culpas de la irregular marcha del equipo.

Y es cierto que sus pupilos no se merecieron ganar. Y puede que, incluso, se merecieran perder. Pero, por lo visto en el choque de ayer, quizás fue demasiado autocastigo para Luisito. El Pontevedra no hizo su mejor partido, pero tampoco fue una hecatombe. Le faltó ímpetu en la segunda parte pero en la primera, a poco que los jugadores hubieran tenido algo de puntería, el resultado final habría sido un poco diferente. Pero así es este deporte. El cuadro de la ciudad de Lérez no acertó a rematar a su oponente y las consecuencias las asumió el entrenador. Desde luego, por lo visto al inicio, ni de lejos podría pensar nadie en El Prado que este fuera a ser el desenlace. Nada más empezar el encuentro, en apenas tres minutos, el equipo granate se adelantó, pero solo fue un espejismo.