Juan Postigo Arce (Santander, 1996) nació con una malformación que hizo que su pierna derecha fuese mucho más corta que la izquierda. Lejos de tirar de victimismo, Juan se sometió a varias operaciones, pero una de ellas no salió como se esperaba y ahora no puede soportar el dolor que le provoca cualquier tipo de prótesis. Con una sola pierna el santanderino se metió de lleno en el golf y consiguió todos los éxitos posibles en el circuito adaptado. Pero ahora se convertirá en el primer jugador profesional sin prótesis.

Postigo dará mañana una charla en la sede de la Fundación María José Jove (Calle Galileo Galilei, 6) a partir de las 19.00 horas bajo el título Superación, deporte y felicidad. La entrada es libre previa inscripción en el 981 160 265, ya que el aforo es limitado.

- ¿Cómo llega el golf a su vida?

-Fui practicante de muchos más deportes pero empecé a jugar al golf de rebote cuando se jubiló mi abuelo. Me llevaba con él al campo porque nadie le acompañaba. Me fui metiendo en el juego hasta tal punto que después era yo el que lo llevaba a él.

- Cuando se decide por el golf, ¿nadie le dice que elija otro deporte más fácil para usted por su discapacidad?

-Nunca nadie ha sido negativo conmigo, al contrario. Desde mi casa me animaron a intentarlo. Evidentemente sabía que el golf iba a ser más complicado para mí, pero nunca he visto estos retos negativamente. Para cualquier hijo sus padres son lo más, pero en caso de tener una circunstancia añadida o una discapacidad es todavía más importante el soporte familiar porque al final es seguro que habrá momentos muy duros y ahí vas a necesitar apoyo de casa.

- A pesar de las dificultades que le esperaban todo su entorno le apoyó...

-Mis padres fueron muy valientes al nunca decirme que no a nada. Me trataron como a un niño normal dejando que me cayera, que me levantara, que fuera al parque y que me rascara las rodillas. Esta educación es lo que me ha llevado a estar donde estoy hoy en día, el no tener miedo a nada. Ahora tengo 21 años y me veo en el futuro con hijos y digo "qué valientes tienen que ser unos padres para hacer así las cosas".

- ¿Cómo le trata la gente del circuito adaptado?

-Igual es un poco fuerte decir que al principio era un poco el bicho raro pero sí que era el novato y encima diferente a los demás. En el primer momento todo son exclamaciones, y te dicen "qué bien lo haces" pero al final eres uno más, que es lo importante, lo que yo quiero ser.

- ¿Ahora cuando dé el salto al profesionalismo cree que el trato será igual?

-Sí. No va a haber trato diferente. Al principio será un shock para todos y para mí también porque entraré en un mundo nuevo, y para ellos habrá un nuevo empleado en la oficina. Poco a poco todos van a dejar de ver las muletas y se fijarán más en la persona y en el jugador.

- Para jugar al golf, ¿tiene que entrenar más que el resto?

-Sí. Tengo que trabajar mucho mis habilidades como la estabilidad, y trabajo la potencia más que el resto de deportistas.

- ¿Quién le empujó a atreverse a convertirse en jugador profesional de golf?

-Me animé yo. Soy de los que si se me pone algo por delante tengo que ir a por ello. En 2016 gané el Europeo individual adaptado jugando muy bien y ahí me di cuenta de que podría competir como profesional. Hablé con mi círculo más cercano, con mis entrenadores y todos me dijeron que haría falta mucho trabajo pero me animaron a dar el paso.

- ¿Tiene patrocinadores?

-Sí, ahora mismo Hugo Boss y Ping, una casa de palos. Y se irán sumando más si dios quiere.

- Ahora mismo está inmerso en una gira de charlas por toda España, ¿qué cree que aportan sus palabras?

-Yo nunca había pensado que mi vida fuera un ejemplo. Era algo normal visto desde dentro, pero una persona me dijo hace unos meses que porqué no lo intento, "tienes una gran historia que contar". Dí una charla en Santander y de las 150 personas que fueron 100 salieron llorando. Me enganché a la sensación de que a la gente le gusta lo que cuento. Los que vienen a mis conferencias se van con cara de felicidad y también con un cambio de concepto sobre la gente con discapacidad. Hay que dejar de pensar "pobrecito", esas lástimas que tenemos por la gente mayor o por los discapacitados hay que olvidarlas.

- ¿Y qué le aporta a usted dar estas conferencias?

-Me aporta mucho. Mi vida es corta, tengo 21 años pero he vivido mucho. Desde que veo que los demás valoran mucho lo que he hecho, yo también lo hago.

- ¿Cómo acepta la noticia de que nunca va a poder ponerse una prótesis?

-Cuando me dicen eso estaba drogado, tomaba una medicación muy fuerte y no me enteré mucho. Pero yo creo que lo más duro fue soportar todo el dolor que pasé, y la inestabilidad mental de aquellos momentos. En la peor edad de la vida, en los 15 años, me sometí a una operación tremenda, con dos cojones. Después intenté andar con la prótesis y lo pasaba tan mal, tenía tantísimo dolor que cambié el chip y pasé del victimismo a pensar qué podía hacer yo con mi nueva situación. Y ahí es donde aparece el golf de nuevo. Eso fue lo que me sacó de ese bucle infame con 15 años.

- ¿En qué momento vuelve a engancharse al golf?

-Estuve un tiempo malito en casa, depresivo sin querer ver a nadie. Pero un día un amigo me dijo que si lo acompañaba al campo de golf, me pilló de buenas y le dije que sí. Me dejó un palo y me salió un buen golpe con una sola pierna. Ese momento me transmitió la sensación de libertad que tenía cuando empecé a jugar de más pequeño con mi abuelo y me replantee volver. Tuve que dejar todas las pastillas que tomaba porque con ellas estaba como con siete copas encima, no veía. De un día para otro paré el tratamiento y me puse a jugar.

- ¿Qué otro deporte le podría haber sacado de la depresión en la que vivía después de la operación?

-Nada. El golf es una actividad que realmente disfruto. Me hubiera costado más salir del pozo sin el golf, pero hubiese salido igual porque yo soy una persona muy echada para adelante.