Óscar Pereiro se retiró en 2014, cuando solo tenía 23 años, en parte desencantado con la natación por culpa de sus dirigentes. "Nunca odié la piscina. Creo que me lo dio todo. Incluso mi carrera. Había repetido un curso y nunca pensé que llegaría a la universidad y eso solo se lo debo a la natación", precisa. Pero la parte institucional cree que no le trató bien "No me parece que la Federación Española represente a los nadadores para nada. Me da rabia por chicos que siguen peleando por representar internacionalmente a una Federación que no devuelve esos esfuerzos", opina.

Hay casos sonados, como el de Hugo González de Oliveira, campeón del mundo júnior al que acaban de dejar sin beca por "falta de resultados". "Pero también menos visibles, como el mío. Yo me ofrecía a pagar el viaje entero a la Copa del Mundo, solo les pedía que me inscribiesen. Y me dijeron que no porque no estaba en el equipo nacional de ese año, que habían puesto unas mínimas de locura. Y tenía nivel de sobra para competir en la Copa del Mundo e incluso para ganar medalla", cuenta.

"Ponen a veces unas mínimas que parece que tienes que hacer el récord del mundo y así te llevan fijo. Tienen que ser más realistas, para que te motives, para que tengas un objetivo real por el que luchar. Si ya sabes que es imposible, te desmotivas", analiza. "Al final van ocho nadadores a todos los lados y el resto que podíamos si fuesen un poco menos exigentes, nos quedamos en casa y acabamos dejando la natación", concluye.