Arabia Saudita puso fin a la fetua contra el ajedrez y se lanzó a organizar un torneo internacional con importantes premios pero en medio de la polémica por la falta de visados para los israelíes y la ausencia de la doble campeona mundial como protesta por las estrictas normas de vestimenta. "Voy a perder dos títulos mundiales, uno después del otro", escribió en Facebook.

"Sólo porque decidí no ir a Arabia Saudita. No someterme a las reglas de otro (...) No estar acompañada cuando salgo", afirmó la jugadora ucraniana.

Más allá de las cuestiones políticas, la decisión de organizar este campeonato mundial en Riad generó críticas de algunas jugadoras que protestaron por las estrictas normas que afectan a las mujeres en el país.

La FIDE celebró como "histórico" que las autoridades aceptaran suavizar el código indumentario, permitiendo en lugar de la abaya que cubre el cuerpo entero una blusa abotonada al cuello.

Pero no fue suficiente para convencer a la doble campeona mundial de 2016 en esta modalidad, la ucraniana Anna Muzychuk, que no competirá pese a los fuertes incentivos para los ganadores y la penalización por no presentarse.

Este campeonato de ajedrez en la modalidad Rapid and Blitz ("Rápido y relámpago") con un récord de premios de 2 millones de dólares (1,7 millones de euros) se celebra en Arabia Saudita, en un momento en que el joven príncipe heredero Mohamed bin Salmán busca reformar el reino petrolero para darle un perfil más moderado.

Pero la negativa a la hora de darle los visados a los jugadores israelíes, las dudas sobre la presencia de iraníes y cataríes y la negativa de la campeona mundial de competir en el país han marcado el desarrollo del torneo, que finalizará el sábado.

La Federación Israelí de Ajedrez reclamó el martes una compensación financiera a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) después de que siete de sus jugadores fueran privados de participar en el torneo.

Según las reglas de la FIDE, un país no puede impedir a los jugadores que participen, sin importar su nacionalidad. La apertura del reino sunita tiene sin embargo sus límites, y más cuando Riad sigue indignada por la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer Jerusalén como capital de Israel.

Pero Israel, con quien Arabia Saudita no tiene ninguna relación diplomática, no fue el único país que se encontró preso de las tensiones regionales. En un primer momento, Riad también rechazó otorgar los visados a Irán, su gran rival en Oriente Medio, y a Catar, con quien mantiene un pulso diplomático desde junio.

La FIDE logró "obtener visados para los jugadores de Irán y de Catar", pero no para los participantes del Estado hebreo. "El hecho de que los jugadores de Irán y de Catar decidan no participar, después de consultarlo con sus propias autoridades, es claramente una decisión individual", agregó.

Aunque el torneo está marcado por las controversias, también ha logrado atraer a grandes figuras, como el número uno mundial Magnus Carlsen.