La San Silvestre Coruña se supera año tras año y, en su octava edición, agotó las inscripciones con un total de 4.082 corredores apuntados, de los cuales 3.342 completaron los casi siete kilómetros de recorrido hasta María Pita. Cada uno a su ritmo, pero todos con buen humor para despedir el año haciendo deporte y fomentando valores como el esfuerzo, el compañerismo y la amistad. La lluvia hizo un paréntesis durante la prueba y permitió que los numerosos disfraces preparados para la ocasión lucieran en todo su esplendor. El barbudo Leñador ganó el premio al mejor diseño individual, mientras que los coloridos Coches de Coche recibieron el galardón destinado a grupos.

Colectivos fueron también los modelos que lucieron los talluditos Niños de San Ildefonso, que cantaron varios premios gordos en plena carrera, o los nadadores de Termaria quienes, piscina a cuestas, bailaron el Tiburón a su llegada a meta. También llamaron la atención varios grupos de intrépidos superhéroes, las crujientes galletas María o una hostil tribu con sus lanzas y taparrabos, entre otros vistosos disfraces.

Lo de menos fue el tiempo que tardó cada participante en completar los 6.750 metros de la prueba. Para la inmensa mayoría de corredores el reto era otro, el de cerrar 2017 y dar la bienvenida a 2018 con un buen sabor de boca. Dulce, dulcísimo, les supo a todos el trozo de roscón que recibieron bajo los soportales del Palacio de María Pita tras cruzar la meta. Una pequeña recompensa al esfuerzo, por momentos intenso a consecuencia del fuerte viento en contra que se encontraron los corredores en varios tramos del Paseo Marítimo. Participantes de todas las edades, desde los once años hasta los 72, disfrutaron con el componente lúdico de la San Silvestre, convertida ya en una de las citas más importantes del calendario deportivo coruñés.

Buly, en la memoria de todos

En la memoria de todos, la figura de Marcos González, Buly, cuyo fallecimiento se recordó en la salida antes del inicio de la prueba. Era un habitual en la San Silvestre y, como homenaje, varios corredores lucieron su apodo en el pecho junto a sus correspondientes dorsales. Un bonito detalle en esta multitudinaria prueba que, un año más, demostró su carácter solidario con la recogida de alimentos realizada por O Silbato, la Red Ofisat Galicia y Saunier Duval.