Desde el 2004, la tarde en la que conquistó su última Liga, que el Valencia no ganaba en el Sánchez Pizjuán. El maleficio se ha roto esta tarde con un triunfo de prestigio con la firma estelar de Rodrigo Moreno. El hispano-brasileño, ideólogo del proyecto de Marcelino, marcó dos goles repletos de sutileza que, junto a las intervenciones de Neto y la consistencia colectiva del equipo, consolidan la cuarta posición del Valencia, que vuelve a pasearse con garbo por los estadios más punteros de la Liga.

El Valencia respondió con solidez al ambicioso plan del Sevilla. Vincenzo Montella sacó a su mejor once, no se reservó ninguna pieza a pesar de tener a la vuelta de la esquina la vuelta de octavos de final de la Liga de Campeones en Old Trafford, con las opciones intactas. El empuje inicial de los locales fue respondido con sobriedad. El único reproche, quizás, era que los valencianistas retrasaron demasiado las líneas. A pesar de encontrar bastantes facilidades por las bandas, en las que Marcelino (silbado por su ex hinchada) introdujo a Paulista como enésimo parche en el carril diestro, el Valencia no sufría en exceso.

En ataque, el viento, que soplaba fuerte, era un aliado en contra. Rodrigo intentaba tocaba rápido de espaldas, Kondogbia se acercaba con conducciones largas, Guedes intentaba desequilibrar individualmente y Zaza iba al choque. En el minuto 20, Neto atrapó un disparo lejano del Mudo Vázquez y en el 23, Gayà sacaba bajo palos un balón conducido hasta el fregadero por Muriel. Despertaba el Pizjuán, cuya hinchada entró, en buen número, ya comenzado el encuentro. Justo cuando peor dibujaba la tarde, llegó el hachazo del Valencia. Era el minuto 24. Kondogbia mandó un cambio de orientación milimetrado a la espalda de Escudero, que no calculó bien el salto. Esperando su error, agazapado, estaba Rodrigo. El hispano-brasileño encaró a Sergio Rico y lo batió con frialdad. Una referencia para el Valencia, que acabaría firmando el segundo gol en el minuto 67. Fue el de la sentencia de un partido serio.