El Manchester City logró su tercer título de la Premier League en la última década (2012 y 2014) y el quinto campeonato inglés de su historia (con los de 1937 y 1968) tras imponerse al Tottenham (0-2) y tras la derrota del tras la derrota del Manchester United ante el West Bromwich (0-1).

Le hizo falta un año para aprender el idioma que se habla en la Premier League: Pep Guardiola, manteniéndose fiel a sus principios, logró su primer título de campeón de Inglaterra, en su segunda temporada al frente del Manchester City.

Hace poco menos de un año, el prestigioso técnico español completaba su primera temporada en Inglaterra sin sumar ningún título por primera vez en su carrera en los banquillos. Y la sombra de un despido sobrevolaba su figura.

"Pensé: 'Si esto no funciona vuelvo a casa, otro me sustituirá y lo intentará a su manera'. Había preocupación por los resultados, sobre lo que podíamos mejorar", admitió recientemente el técnico.

"En ese momento, pensé que podía llegar (su cese). Es normal, todos los entrenadores lo piensan cuando no ganan", añadió.

"La temporada pasada, me preguntaron muchas veces si mi manera de jugar podía funcionar. Yo respondía: 'Voy a insistir'. Nunca dudé", confió el técnico, cuyo trabajo comenzó a dar sus frutos en febrero cuando levantó la Copa de la Liga, su primer título en Inglaterra.

Los propietarios del City confiaron en una persona cuyo fútbol ofensivo, una filosofía innegociable, había triunfado anteriormente en el Bayern de Múnich y, sobre todo, en el Barcelona. Después de todo, habían fichado al entrenador para cambiar la dimensión del equipo.

El presidente Khaldoon Al Mubarak no solo cerró los ojos a una primera temporada mediocre, sino que abrió la billetera para permitir al técnico construir una plantilla a su gusto, rejuveneciéndola (con la marcha de Sagna, Zabaleta, Caballero, Clichy, Kolarov, Nasri, Navas, Fernando, etc.) y reparando el error de casting de Claudio Bravo.

Para competir con el portero chileno llegó el brasileño Ederson (pagando 40 millones de euros al Benfica) y cimentando una defensa a base de millones: los laterales Kyle Walker (57 millones, del Tottenham), Benjamin Mendy (58 millones, del Mónaco), Danilo (30 millones, del Madrid) y más recientemente el central Aymeric Laporte (70 millones, del Athletic).

Tampoco olvidó reforzar el juego ofensivo, contratando por 49 millones al centrocampista portugués Bernardo Silva, que la temporada anterior había llevado al Mónaco a conquistar la Ligue 1. "Algunos clubes se gastan 300 o 400 millones de libras por dos jugadores. Nosotros los hemos gastado en seis jugadores", se defendió Guardiola tras la llegada en enero de Laporte, al ser cuestionado por el desembolso.

Por lo tanto, Guardiola cimentó el éxito en una defensa de oro, de la que parte todo el juego de los citizens, de pases cortos y posesión de balón, similar al que había implantado antes en el gran Barça.

Aunque más que por la adaptación de los fichajes, Guardiola ha destacado esta temporada por la manera en la que ha hecho progresar a jugadores que ya había tenido la temporada anterior.

El defensa John Stones, el lateral Fabian Delph y el delantero Raheem Sterling han alabado los métodos científicos de su entrenador. Los tres internacionales ingleses han dado razón a Guardiola al mostrar el mismo nivel con la selección.

"Un entrenador así saca lo mejor de uno. Te dice cuando estás equivocado", explicaba Sterling, una antigua promesa que no explotó realmente hasta esta temporada, en la que ha anotado 22 goles -en todas las competiciones-.

Igual para Kevin De Bruyne y Sergio Agüero. El belga ha alcanzado un nivel sublime bajo el mando de Guardiola, mientras que el argentino, que ya era un reputado goleador, se ha convertido en un delantero completo y se ha convertido en el máximo goleador de la historia del club (199 tantos).

Las cifras del City en la Premier impresionan: 93 goles a favor, 25 goles en contra, el título conseguido tras 33 jornadas y, sobre todo, una sensación de potencia que no se veía desde los invencibles del Arsenal de la 2003-2004.

"Es un obsesivo", explicaba Xavi Hernández, su batuta en el césped cuando entrenaba al Barcelona. "Se exige mucho a sí mismo. Y esa presión que se mete se contagia, se extiende a todo el mundo. Quiere que todo sea perfecto".

Con el título de Inglaterra en el bolsillo, al City le queda la espina de la Liga de Campeones, tras haber sido eliminado esta semana ante el Liverpool en cuartos.