Elena González Cid nunca había hecho deporte, por lo menos con asiduidad y de forma federada, pero en 2012, solo tres meses después de dar a luz a su segundo hijo, empezó a patinar. "Siempre había querido aprender y me apunté a unas clases para mayores que daban en el Alquimia", recuerda. Una vez dominado el primer paso, la de deslizarse sobre los patines, la entrenadora del club, Silvia González, exjugadora de hockey sobre patines y que se empapó del hockey línea en Lugo, cuna gallega de esta modalidad, les metió "el gusanillo en el cuerpo" y les propuso formar un equipo. "¡Y acabamos en la Liga Gallega!", bromea. Seis años después ella ya tiene 43, sigue en el equipo, trabaja a tiempo completo como psicóloga en Accem, una ONG que ayuda a los refugiados, y hace quince meses que ha llegado una tercera a la familia.

¿Cómo lo hace? Elena González lo tiene claro: "Quitándole horas al sueño". Y es literal ya que los entrenamientos se perpetran con nocturnidad y alevosía y terminan rozando la medianoche. Vale la pena porque le sirve para "desconectar del trabajo" y reconoce que ha ganado "agilidad y capacidad pulmonar" gracias a practicar este deporte. La ayuda de su marido Javi, también jugador del equipo masculino del Alquimia, es asimismo vital. "Normalmente nos turnamos para ir a entrenar, un día él y otro yo", aclara, "porque no tenemos familia en A Coruña y solo si es muy importante llamamos a algún amigo o a alguna canguro para que se quede con los niños". Para que el sistema de turnos funcione correctamente, ya están los pequeños Teo y Lía, de siete y seis años, para llamar la atención si es necesario: "Si alguna vez me quedo más en casa, ya me están diciendo ellos que quieren que vaya a entrenar". Están orgullosos de que su madre haga deporte, que se mueve a la perfección en todos los ámbitos.

Y es que Teo y Lía son sus principales fans y eso es también una gran motivación. "Les gusta ir a vernos a los partidos, y también a entrenar, aunque no pueden venir muchas veces porque los horarios no son los más adecuados para ellos. Y cuando fuimos a su colegio a explicar qué era el hockey línea, estaban súper orgullosos de sus padres", afirma. Sin embargo, y tal vez para llevar la contraria, a ninguno les ha dado por subirse a los patines. "El niño, fútbol y baloncesto y la niña, gimnasia rítmica. Aunque a veces sí que patinan con nosotros", comenta.

La pequeña Ada aún no muestra preferencias. Con ella a Elena le gustaría emular a Sarah Smell, la jugadora de hockey canadiense que amamantó a su bebé en el descanso de un partido. Un símbolo de la normalidad para las madres deportistas de todo el mundo aunque en España todavía quede mucho por mejorar. "Es injusto y me parece una discriminación lo que pasa con ellas", concluye.