Un día Fernando Míguez, presidente del Club Atletismo Sada, miró para las gradas y se dio cuenta de que tenía allí a las que podían ser uno de los principales activos del club: las madres. La mayoría llevaban a entrenar a sus hijos y se quedaban una hora esperándoles, sin hacer nada. Así que tuvo una idea. La palabra clave de su plan era "conciliación" y consistía en animar a todas esas mujeres a aprovechar ese tiempo para su propio ejercitamiento dirigidas por Luisa Armesto, alguien que podía entender sus necesidades de primera mano por su propia experiencia personal. Solo se unieron ocho en un pequeño grupo de Sada, pero los resultados fueron tan rápidos y eficientes, que se propagaron de boca en boca y en un par de meses la demanda ya era desbordante tanto en Sada como en el INEF de Bastiagueiro.

"La mayoría nunca había hecho deporte. Empezaron andando y corriendo pero en unas ocho semanas ya eran capaces de hacer carrera continua durante 40 minutos", recuerda Armesto. "Las mujeres que se dieron cuenta de que podían aprovechar ese tiempo para hacer deporte, vieron el cielo abierto. Cuando nos dimos cuenta ya habíamos montado un montón de grupos", continúa. "Y también hay padres, que eso también es una buena señal", puntualiza. Casi se emociona al enumerar todo lo que las mujeres están recuperando, empezando por estas madres. "Se sienten bien, físicamente están mejor, tienen más energía... les da tal subidón que parece que se van a comer el mundo", dice. "Los cambios físicos han sido espectaculares", añade y aunque precisa que "perder peso no es el objetivo", esto llega por sí solo.

Los beneficios no solo son físicos, sino también psicológicos: "Aumentan la austoestima, se encuentran pletóricas, se transforman en personas mentalmente positivas". Pero hay otra parte que quizás es menos visible. "Yo siempre digo que se enseña más con lo que haces que con lo que dices", razona Armesto. Por eso estas madres se están convirtiendo en un ejemplo para sus hijos, que crecen sin prejuicios, educados en igualdad: "Habitualmente nosotras vamos por fuera de la pista y los niños, por dentro. Cuando entramos y las ven, se les ilumina la cara de orgullo. Nada de vergüenza o que piensen que están haciendo el ridículo. Todo lo contrario. Son pequeños y lo ven con total naturalidad", afirma y sentencia: "Se puede hacer lo que quieras sin importar la edad o que seas mujer". Así ha llegado Luisa hasta los 67.

Armesto había sido una gran atleta. Lo sigue siendo, campeona de España de veteranos. Y también es madre de tres hijos, lo que no le apartó de la práctica del atletismo, sí a nivel profesional. "Yo nunca lo dejé, por eso la idea de Fernando me pareció fantástica. Llevaba a mis hijos a actividades y aprovechaba para hacer ejercicio", recuerda. Eso fue en los años 80 y eran otros tiempos. "En mi época, las mujeres en cuanto se casaban dejaban de hacer deporte y se ponían a tener hijos", reconoce. Muchas cosas han cambiado, pero todavía queda terreno por conquistar. Armesto se escandaliza cuando habla de los casos que recientemente salieron a la palestra de atletas como Alessandra Aguilar e Isabel Macías, cuyos embarazos fueron considerados como una lesión para patrocinadores y becas. "Eso se debería contemplar porque no es una enfermedad, es que parece que tenemos que estar luchando por todo", se queja. "Es inhumano decirles, 'ala, vuélvete a poner como estaba antes y sin ninguna ayuda'. No se les puede dejar solas". En Sada, las madres ya nunca volverán a estarlo. Nunca más correrán solas.