La Juve dejó ayer medio sellado un nuevo título de Liga. Y si por algo se reconoce al equipo turinés es por su camiseta de rayas negras y blancas, uno de los grandes iconos del fútbol mundial. Pero no fue así en el inicio. Sus fundadores habían pensado que fuese otro color el que les representase, pero una serie de casualidades les llevó a su actual vestimenta.

Una tarde de finales del siglo XIX una quincena de estudiantes del Liceo Classico Massimo d'Azeglio decidieron, sentados en un céntrico parque de Turín, la necesidad de crear un equipo de fútbol, deporte que comenzaba a hacer furor en el continente tras ser importado por los británicos. Aquella reunión, algo improvisada, fue el origen de ese gigante que ahora mismo es la Juventus. Entre las decisiones que tomaron en sus primeras reuniones aquel grupo de muchachos estaba la del color de la camiseta que les representaría. Llevados por un deseo de grandeza (estaban convencidos de que el suyo se convertiría en el club más importante del mundo y el que movería mayor número de aficionados), convinieron que su indumentaria tenía que ser diferente a lo que se estaba viendo en ese momento en Europa. Tendría que resultar impactante, opuesta a lo que se veía en los descuidados campos de la época. Y apostaron por el color rosa (o salmón) con pantalón blanco. Le añadieron como signo de distinción un pequeño corbatín negro con el que los primeros equipos de la Juventus compitieron en su inicio.

No imaginaban en ese momento los hermanos Canfari y sus amigos el efecto devastador que los sucesivos lavados tendrían en sus primeras camisetas. Con el paso del tiempo el rosa se fue difuminando para parecerse cada vez más al monótono blanco y la primera directiva de la Juventus entendió que en el presupuesto anual se hacía obligatorio contemplar la necesidad de renovar con cierta frecuencia las camisetas que por aquel entonces solían cubrir a los jugadores por un par de temporadas. Incluyeron las rayas negras (un color mucho más resistente a los detergentes y al agua) para darle más vida a las prendas.

Pero en 1903 se vieron en la necesidad de realizar un nuevo pedido de camisetas y quisieron aprovechar para dar un salto de calidad en los materiales en busca de mayor resistencia y comodidad. Le encargaron la misión a John Savage, un inglés que había jugado en el equipo y que tenía intensas relaciones comerciales con su país. La potente industria textil británica iba muy por delante del resto de Europa en las casi siempre rudimentarias equipaciones deportivas y la directiva entendió que lo mejor era apostar por quienes tenían materiales y experiencia superior al resto.

Existen un par de versiones para explicar lo que sucedió a partir de ese momento y cómo se llegó a la actual situación y a los colores que simbolizan en todo el mundo a la Juventus. Se sabe con seguridad que Savage envió una camiseta descolorida de la Juventus a un contacto suyo bien relacionado en Nottingham para que consiguiese otras exactamente iguales. En una de las explicaciones que se dan el hombre que recibió la prenda pensó que Savage simplemente quería camisetas a rayas blancas y negras porque ya apenas se apreciaba el color rosa. Recordó que el Notts County (en la actualidad un modesto equipo de la ciudad pero que en aquel momento tenía un enorme potencial) vestía exactamente así y les solicitó una remesa de veinte camisetas que envió a Italia.

La otra versión que se da de la historia es que Savage no acompañó el envío de ninguna petición sobre colores o rayas. Simplemente camisetas que resistiesen los lavados y pudiesen estirar al máximo su vida útil. Su contacto era aficionado del Notts County y decidió que la Juventus vistiese igual que su equipo. No está muy claro si fue por un problema de comunicación o por ausencia de la misma por lo que las camisetas de rayas blanca y negras llegaron a Turín.

Los responsables de la Juve recibieron el pedido con evidente desencanto. No era aquello lo que querían y así se lo manifestaron a Savage al que le retiraron la responsabilidad de volver a ocuparse del asunto en el futuro. Pero el campeonato estaba a punto de comenzar y no tenían tiempo para encontrar otra indumentaria nueva para competir y así arrancaron la campaña. Decidieron que en cuanto pudieran, en un par de años como muy tarde, regresarían a sus colores originales. Pero entonces el equipo comenzó a ganar partidos y en 1905 conseguiría su primer título de campeón de Italia tras derrotar en la final al Genoa. Los jugadores y los directivos relacionaron también el éxito con su nueva indumentaria. Creyeron que las rayas blancas y negras habían sido talismán para ellos y enterraron para siempre la idea de volver a su anterior equipaje. Además, no tardaron en entender que efectivamente esos colores resistían mucho mejor el proceso continuo de lavados al que sometían a las prendas y que para las arcas del club era mucho más beneficioso no cambiar de nuevo. El rosa quedaría a partir de ese momento para momentos especiales o como segundo uniforme. Y el mundo se acostumbró a ver a la Juventus con las rayas blancas y negras. Algo que hay que agradecer a un desconocido vecino de Nottingham.