Los participantes en el Giro de Italia desembarcaron ayer en Catania, Sicilia, procedentes de Israel, donde la carrera italiana hizo historia al organizar por primera vez la salida fuera del territorio europeo.

Procedentes de Eilat, una estación balneario a orillas del mar Rojo, donde concluyó el domingo la tercera de las etapas organizadas en territorio israelí, cuatro vuelos chárter aterrizaron, con un intervalo de un cuarto de hora entre cada uno de ellos, en el aeropuerto de Catania, con un cielo despejado y una temperatura primaveral (21 grados), inferior a la que dejaron en Israel.

Los ciclistas, que en su mayoría tuvieron que madrugar, tuvieron toda la jornada de ayer para descansar y recuperarse del cansancio de los tres primeros días de carrera y del largo vuelo (tres horas y media), antes de reanudar la competición el martes, con una etapa entre Catania y Castelgirone y 198 km de recorrido ondulado.

La meta estará situada en el centro histórico de Castelgirone, una ciudad siciliana de construcciones barrocas, clasificada en el Patrimonio Mundial de la Unesco.

El final será favorable para los ciclistas más potentes y explosivos, con un repecho de un desnivel del 13 por ciento cuya cima estará a 300 metros de la pancarta.

El australiano Rohan Dennis lidera la carrera desde la etapa del sábado, con llegada en Tel Aviv, en la que venció al esprint el italiano Elia Viviani, que repitió triunfo el domingo en Eilat.

Además de la del ayer, hay programadas otras dos jornadas en Sicilia: el miércoles, se recorrerán los 153 km entre Agrigente y Santa Ninfa y el jueves se disputará la primera etapa con final en alto, entre Caltanissetta y el Etna.