España vivió ayer un episodio inédito en la historia de su fútbol. A sólo dos días del debut de la selección en el Mundial, la Federación despidió al seleccionador que lo tenía todo planificado, Julen Lopetegui, y puso al frente del vestuario al hasta ayer director deportivo, Fernando Hierro, que sólo cuenta con un año de experiencia como técnico, el que completó la temporada pasada en el Real Oviedo. El cambio en el banquillo ha desatado una tormenta de imprevisibles consecuencias en la concentración nacional en Rusia y ha polarizado en el peor momento posible el debate futbolero patrio. Mañana España juega contra Portugal y nadie habla de ello. Imposible.

La mecha, prendida el martes de forma irresponsable por el Madrid y por el propio Lopetegui, que ligaron su futuro en secreto y a espaldas de la propia Federación sin querer calibrar las evidentes consecuencias, desembocó en un gigantesco incendio que ayer se tradujo en una arriesgada decisión: un seleccionador despedido en contra de la voluntad de futbolistas elegidos por él mismo para reconquistar el Mundial. El debutante presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, atribuyó el relevo a una cuestión de "valores" y de "formas". El dirigente andaluz no supo que el entrenador al que hace sólo tres semanas había renovado se iba al Madrid hasta cinco minutos antes de que el club blanco lo hiciera oficial en su web. "Hay decisiones que se tienen que tomar en función de una forma de actuar y unos valores. La RFEF no puede enterarse cinco minutos antes que el comunicado. Nos hemos visto obligados y no hemos podido mirar para otro lado. Tiene que haber un mensaje claro para todos los trabajadores de la Federación. Los valores de la Federación los pone la Federación", señaló.

En vez de tragar sapos y tirar con Lopetegui, que había moldeado al grupo con sus inercias y su método de trabajo hasta hacer de él el único invicto en su camino a Rusia, Rubiales optó, después de una noche en vela y duras horas de tensión con los jugadores, por mandar un inequívoco mensaje de mando: "Nadie puede estar fuera de las reglas", sentenció. Sorprendido, el presidente de la RFEF se sintió ninguneado por el Madrid y por Lopetegui, corneado, atrapado por una situación inesperada de la que era completamente ajeno: "Todos estamos afectados, es un duro golpe. Pase lo que pase habrá críticas. Pero esto con el tiempo nos hará más fuertes. Un acierto para quien ve en la jugada del Madrid y Lopetegui una traición inaceptable con la que sería imposible mantener la estabilidad. Un grave riesgo para quien considera suicida contradecir la voluntad del vestuario y pretender un grupo fuerte con un cambio tan importante a dos días del debut. "Los jugadores me transmitieron máximo compromiso", destensó también Rubiales, que elogió, tocaba también, a Lopetegui: "Me parece un entrenador top y ha hecho un trabajo impecable".

La decisión divide a España y desempolva un viejo y cansino debate de filiaciones (aquí algunos madridistas, allí algunos antimadridistas) en un momento en que, después de un Mundial y dos Eurocopas, habían bajado mucho de tono las grandes disidencias (más allá de las políticas) en torno al equipo nacional de fútbol. Preguntado por las formas del Madrid, que empezó a negociar con Lopetegui en secreto desde el pasado viernes, Rubiales se mordió la lengua. "El Madrid busca a un entrenador y busca al mejor. Eso es lícito. No tengo que entrar en cómo se hacen las cosas. Pero la selección es el equipo de todos. No se pueden hacer las cosas de esta manera. Estábamos totalmente desinformados. Pedí que no se hiciera público pero ya se estaba hablando con los jugadores", dijo. "No es la mejor de las soluciones, pero actúo con responsabilidad. No me siento traicionado, pero no voy a traicionarme a mí mismo", indicó el mandatario, que tuvo que viajar de Moscú, donde iba a participar en la elección de la sede del Mundial de 2026 (se jugará en EEUU, México y Canadá), a Krasnodar, cuartel general de España en el Mundial. Allí llegó con la decisión tomada, que comunicó tras horas de intenso debate con los capitanes y pesos pesados de la plantilla. Ya al medio día, se hacía oficial la llegada de Fernando Hierro.