El piloto asturiano Fernando Alonso y su equipo Toyota, grandísimos favoritos en la 86ª edición de las 24 horas de Le Mans este sábado y domingo, solo piensan en la victoria, uno para hacer historia en el automovilismo, el otro para romper una maldición.

Sin saborear un triunfo en la Fórmula 1 desde 2013, el campeón del mundo en 2005 y 2006 se adjudicó las Seis Horas de Spa-Francorchamps, prueba inaugural de la temporada de carreras de resistencia (WEC) 2018/2019, a principios de mayo. Su objetivo es hacer lo mismo en Le Mans, para de este modo acercarse a la triple corona del automovilismo (24 Horas de Le Mans, GP de Mónaco y 500 Millas de Indianápolis), un hito que solo se ha anotado el británico Graham Hill.

Protagonismo de Toyota en ausencia de Audi y Porsche

Alonso, ganador en el Principado en 2006 y 2007 y que tomó contacto con la Indycar el pasado año (abandonó cuando estaba bien situado), cuenta con una indiscutible ventaja en este nuevo reto: Toyota es la única constructora en la categoría reina (LMP1). Sin la presencia de rivales como Audi y Porsche, "nosotros tenemos poco que ganar y mucho que perder", estima el suizo Sébastien Buemi, que pilotará el Toyota número 8 formando equipo con Alonso y el japonés Kazuki Nakajima.

El Toyota número 7 debería ser en buena lógica el principal adversario de Alonso. Aunque un éxito del español tendría más repercusión, la escudería nipona no se decantará por ninguno de sus dos equipos. "Los dos coches corren con las mismas condiciones", indicó Vasselon.

Los equipos privados

Listos para atacar a Toyota ante el más mínimo fallo, los equipos privados de LMP1 disponen también del refuerzo de antiguos pilotos de F1, empezando por el británico Jenson Button, excompañero de Alonso en la escudería McLaren, y el ruso Vitaly Petrov (SMP Racing).

Entre los 23 pilotos con pasado en la disciplina reina del automovilismo que participarán en Le Mans, también figuran el colombiano Juan Pablo Montoya, que ya cuenta en su palmarés con las 500 Millas de Indianápolis en 2000 y el GP de Mónaco en 2003, en LMP2, y el italiano Giancarlo Fisichella en GT. Un regalo para el campeonato del mundo de resistencia, tras las retiradas de Audi, al término de la temporada 2016, y de Porsche, en el 2017. Tampoco hay sustitutos de renombre en la parrilla, una situación que le puede costar cara.