A la vez que Diego Costa ha reconocido que el debate en la portería era justo y necesario, el hispanobrasileño se lo ha cargado con el único argumento que le podía dar la razón: tres goles en dos partidos y cuatro puntos para España. Diego Costa ha cambiado tanto respecto a Brasil, donde no vio puerta, y Francia en la Eurocopa, donde no siquiera estuvo convocado, que no parece el Diego Costa de siempre.

"Había que tener paciencia y tranquilidad", argumentaba tras el partido contra Irán, un delantero caracterizado sobre todo por su fuerza. "No se podía hacer el tonto", explicaba casi encogiéndose de hombros, cuando era cuestionado por un golpe con el meta iraní, el mismo delantero acusado muchas veces de ser excesivamente agresivo. Hasta sus compañeros lo tienen claro. "Es un jugador fundamental para España", describía su compatriota Rodrigo Moreno, del Valencia, en teoría tercero en discordia, por detrás de Iago Aspas. El gallego, que fue a Rusia con mejor carta de presentación -23 goles en 37 partidos por los siete goles en 20 partidos de Costa-, ha quedado relegado a una especie de rookie.

Diego Costa, apuesta de Julen Lopetegui para Rusia, lo devora todo y lo ensombrece todo. Solo así se explica que ya nadie se acuerde de que tardó nada más y nada menos que siete partidos en marcar su primer gol con la selección, ante el débil combinado de Luxemburgo, y que Aspas sea el delantero que más rápido alcanzó la cifra de cuatro goles con España: 289 minutos. "Su trabajo vale oro para su equipo. Celebro sus goles", se rendía el atacante gallego.

El arranque goleador del delantero de Lagarto sostiene a España, susceptible de caer por zarandeos externos. Todos sus goles han sido indispensables para que hoy solo haga falta sumar un punto contra la eliminada Marruecos para estar en octavos. Sus inicios admiten comparación con otras grandes estrellas del combinado nacional. Por ejemplo, con dos jornadas, lleva más goles que David Villa en Sudáfrica. El Guaje no pudo hacer nada para evitar la inesperada y sorprendente derrota ante Suiza -hasta ahora es la primera vez que un a selección pierde el primero partido y se alza con la copa- y guió a los de Del Bosque al triunfo ante Honduras (0-2). Es pronto para saber si Costa puede igualar los números del asturiano, que fue Bota de Plata, con cinco dianas, empatado con el pichichi, Muller, por una cuestión no irrelevante: las asistencias de gol (dos más dio el alemán).

Quizás la furia goleadora de Costa no esté siendo excesivamente vistosa, sobre todo tras la carambola contra Irán. Pero sí que se puede extrapolar a otros arranques goleadores de la selección. Por ejemplo, el hispanobrasileño, a estas alturas de competición, iguala el genial arranque de España en Alemania, donde Torres y Villa, los dos con tres goles, firmaron una fase de grupos inmaculada. La estadística es dúctil; con cuatro goles de la roja en Rusia, el inicio es similar al de 2002, en Corea, donde también en la jornada 2 se llevaban los mismos goles. La curiosidad de ese Mundial es que el goleador era el mismo Fernando Hierro, con dos dianas junto a Fernando Morientes, que le hizo dos a Paraguay.

De hecho, quitando a Villa y a Torres, para encontrar una relación con el gol como la de Costa en una Copa del Mundo, hay que irse a la edición de 1990 en Italia, donde Míchel, en el segundo partido, estrenó el casillero ante el combinado de Corea del Sur con un triplete. De ahí, hacia atrás, nadie más logró tres goles con España en dos partidos. En definitiva, unos números que han colocado a Diego Costa como uno de los grandes reclamos del Mundial, solo por detrás de Cristiano e igualado con Chéryshev.