La selección francesa se llevó el duelo de los subcampeones de Europa y América al derrotar por 4-3 a Argentina en una exhibición del prodigio Kylian Mbappé, autor de dos tantos y una asistencia.

El conjunto de Didier Deschamps, acusado por muchos de joven y falto de experiencia, respondió al envite, dio una lección de madurez y superó con todo merecimiento a una albiceleste plana, sin ideas ni fútbol y dependiente en exceso de un Messi que no apareció y de algún fogonazo aislado.

El moderno Kazán Arena, a orillas del imponente río Volga, era el escenario de un choque generacional de lujo: de un lado la generación francesa de los 90, un derroche de técnica y velocidad con Griezmann y Mbappé como estandartes, y del otro la generación argentina de los 80, derrotada en la final de hace cuatro años en Brasil.

En el duelo de Messi contra Griezmann apareció Mbappé. Apenas 13 minutos tardó en dejar su impronta la joya, que recogió un mal control de Banega en el centro del campo, se disfrazó de Ronaldo Nazario, puso la directa y fue zancadilleado dentro del área por Marcos Rojo. Griezmann, que poco antes había avisado con un libre directo a la cruceta, no falló desde los 11 metros.

Aparecieron después, en el momento justo, las individualidades de los sudamericanos. Antes del descanso Di María rescató a una Argentina claramente inferior cuando todo apuntaba a la ventaja francesa al descanso. Mercado firmó la remontada nada más volver de vestuarios al empujar un disparo de Messi y despistar a Lloris.

La prueba de madurez para los jóvenes franceses era enorme. Y estos respondieron ante la adversidad, se lanzaron a por la victoria y, liderados por un magistral Mbappé, aniquilaron a Argentina con tres goles en 11 minutos.

El primero fue del lateral Pavard. Después apareció de nuevo Mbappé. Él solo reventó el partido y puso a Francia con los dos pies en cuartos de final.