El seleccionador nacional Alejandro Domínguez se retiró a un segundo plano durante las celebraciones del título europeo sobre la pista de Riazor dejando como principales y únicos protagonistas a los jugadores. Más tarde, en la sala de prensa, habló del momento que estaba viviendo: "Estoy feliz y agradecido a estos tíos porque son un grupo increíble que cree en lo que hace, y que cree en el modelo y en el mensaje que les damos. Y no hay nada más fuerte que esto", comenzó explicando el técnico argentino del combinado español, quien continuó: "A la vuelta de la esquina están los World Roller Games de Barcelona y son un reto enorme para mí. Ahora estábamos en el vestuario pensando en qué fechas acaba la liga para ver cuándo podemos empezar a trabajar para esta cita".

España se proclamó campeona del mundo el pasado verano en China, y estaba obligada a ser campeona en A Coruña. "Veníamos de ganar el Mundial y teníamos que asumir que éramos favoritos, con el permiso de otras selecciones que también querían el título y tenían capacidad para ganarlo. Hubiese sido una tontería esconder eso porque además jugábamos en casa", reconoció Domínguez, quien explicó también cómo había visto el partido desde el banquillo: "Los primeros diez minutos Portugal era imparable, no podíamos contenerlos de ninguna manera y ahí Sergi Fernández (portero) estuvo tremendo. Supimos aguantar para después sacudirnos la presión poco a poco e imponer nuestro modelo de juego. Además, tuvimos una altísima dosis de eficacia, aunque no sé si la diferencia que pone el marcador, 6-3, es real". Sobre la ausencia del meta del Liceo Xavi Malián en esta final, Domínguez explicó que se había decantado por Sergi para "por sensaciones. Mali jugó la final del Mundial y esta vez le tocó estar del otro lado".