Seis ediciones (de las últimas siete) dominadas por un mismo equipo. El Tour busca desesperadamente recuperar el suspense de la carrera, perdido desde que el equipo Sky ejerce de tirano en el pelotón cada mes de julio.

Por naturaleza, el ciclismo sembraba emoción e incertidumbre hasta las etapas definitivas, aunque desde 2012 se constata que año a año, el suspense se va perdiendo.

La victoria del galés Geraint Thomas, el tercer corredor de la formación británica Sky que gana en los Campos Elíseos (después de Bradley Wiggins en 2012 y Chris Froome en 2013, 2015, 2016 y 2017), certifica una lógica implacable y monótona.

"No se les puede reprochar que ganen", declara el director del Tour, Christian Prudhomme, que compara esta situación a la del fútbol europeo: "Es una especie de Real Madrid, con los mejores en cada puesto", según las palabras del ciclista francés Romain Bardet, uno de los que fracasó en su intento de derrotar al equipo británico en la montaña.

"Tenemos una máquina que hace ganar a tres líderes diferentes (Wiggins, Froome, Thomas). Y preparan el futuro, van a buscar a los mejores que ganan el Tour del Porvenir", destaca Prudhomme. Un dominio que amenaza con continuar en los próximos años, a riesgo de provocar un cansancio en el público, reticente a los escenarios demasiado previsibles.

"Actualmente todo está milimetrado", destaca el presidente de la Unión Ciclista Internacional (UCI), David Lappartient, que no se conforma con las audiencias televisivas siempre elevadas. "¿Cuánta gente queda realmente cautivada?", se pregunta.

"En el fútbol se producen resultados extraordinarios, improbables. Ya no existe eso en el Tour de Francia, cuando sí sucede en la Vuelta a Flandes o en la París-Roubaix. Queremos volver a soñar, por lo que no tenemos que prohibirnos nada", exige el dirigente.

Favorecer el espectáculo

La experiencia este año de una etapa muy corta de montaña (65 kilómetros), con el fin de limitar la importancia del equipo, está llamada a repetirse en el futuro, aunque el propio Prudhomme recuerda que fue "la etapa clásica de los Pirineos (200 kilómetros) la más bella" de la última edición.

El Tour sigue buscando montañas empinadas y terrenos favorables a los escaladores y a los corredores ofensivos "como ya hacemos desde 2012", recuerda Prudhomme. "Para el Tour 2019, el 90% del recorrido ya está diseñado".

La prohibición de los auriculares es una fuente de disputa entre los organizadores del Tour y los equipos desde hace años, aunque ahora ese debate se ha desplazado al uso de los potenciómetros que suministran datos a los corredores en tiempo real, pudiendo así modular y calcular sus esfuerzos. La táctica en carrera se hace en función de estos datos, favoreciendo las tácticas defensivas. La idea es limitarlos para que el Tour recupere el suspense de antaño.