Rescatado por un gol de Diego Costa en el minuto 78, resolutivo en la prórroga con dos tantos y oportuno en cada error defensivo del Madrid, el Atlético conquistó su tercera Supercopa de Europa, mejor en los detalles que un rival vulnerable.

Desde que marcó el 2-1 de penalti Ramos a media hora del minuto 90 y desde que se apropió del encuentro sin aparente respuesta del equipo rojiblanco, tan convencido quizá de su victoria que Marcelo se permitió un lujo innecesario, del que renació el Atlético agarrado a Diego Costa, a un gol directo al tiempo extra.

Su partido fue sensacional, por sus tantos, por su entrega, por su despliegue, porque sin él, probablemente, el éxito habría sido imposible, como sin el golazo de volea de Saúl en la primera parte de la prórroga, que desequilibró ya invariablemente un encuentro que sentenció instantes después Koke, con la frustración del Madrid.

Hace cuatro años, en la final de la Liga de Campeones en Lisboa, Diego Costa aguantó ocho minutos, roto, imposibilitado, por lesión; ayer, en la Supercopa, solo necesitó 50 segundos y un pase largo, quizá a la nada, de Diego Godín para transformar un lance aparentemente irrelevante del juego en un golazo incontestable.

¿Por qué? Porque, de espaldas, fue astuto para sorprender a Sergio Ramos, fuera de foco de inmediato cuando el atacante peinó el balón; porque después fue rápido para conectar de nuevo otra vez con la cabeza en la pelota y desbordar por zancada a Varane y porque su definición fue brutal, con un derechazo que dobló a Keylor Navas.

En 50 segundos. Con todo lo que supone para el goleador, el Atlético, y para el contrincante, pero no para el Madrid. Asumido el lapsus, controlada la presión que tanto le agobió de inicio al conjunto blanco, en cuanto encontró a Marcelo, Bale e Isco fabricó metro a metro, la respuesta al primer golpe.

No fue inmediata en el marcador, tampoco apabullante ni mucho menos, pero sí convincente en cuanto logró rebajar la pretensión rojiblanca de jugar en campo contrario, en cuanto conectó con verticalidad, en cuanto Marcelo profundizó por la izquierda, y en cuanto Bale superó por el otro lado y por primera vez a Lucas Hernández.

Una mano de Juanfran, quizá accidental, a lo mejor provocada por la pugna con Benzema, pero penalti. Lo transformó Ramos para dar al Madrid la sensación ya de medio título, sólo sensación.

Porque las embestidas ofensivas del Atlético habían decaído desde mucho antes, prácticamente desde el gol que le adelantó a los 50 segundos, sometido aparentemente ya por el Real Madrid hasta el regalo de Marcelo que aceptó Juanfran, dio continuidad Correa y culminó Diego Costa con el 2-2 para provocar la prórroga.

La prórroga... de Saúl, de Koke y del Atlético, que se adueñó definitivamente de la Supercopa de Europa, con una volea preciosa del primero con la izquierda, previo fallo de Varane, en el minuto 98; con el 2-4 del segundo instantes después, en el 104, y con el séptimo título europeo, cuatro con Diego Simeone en el banquillo, del equipo rojiblanco.